Juan Diego Incordona – Norma
En un dialogo entre una madre (maestra) y in niño de diez años se puede leer “Mamá, ¿Qué son yanquis y marxistas? –Los yanquis son los norteamericanos; los marxistas es más difícil de explicar”, este dialogo se encuentra en el cuento “La culebrilla”… y es un ejemplo que nos ayuda a entender el tono con el que este escrito el libro Villa Celina, última obra de Juan Diego Incardona. Queda en evidencia la mirada inocente del niño y la ironía del realismo con el quien está escrito este libro. El mismo esta conformado por veinte relatos que trazan una cartografía de Villa Celina, zona acariciada por nostalgia y melancolía.
Para el autor Villa Celina es un lugar en donde encuentra cobijo y le brindan los requisitos del imaginario.
Muchos de los textos se encuentras acompañados por dibujos de Daniel Santero.
Quizás parezca ser una nueva tendencia dentro de los que es la literatura porteña, establecer los relatos en los diferentes espacios de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Se esta forma se establecen sus particularidades con el objetivo de no ser absorbidos por la metrópoli. De esta forma, la capital aparece como una ciudad fragmentada tanto en un trazado urbano como en su imaginario y lo urbano queda explicito en una variedad de espacios que muchas veces parecen contradecirse entre sí.
Los personajes de Villa Celina cuentan con un singular imaginario que le brinda fuerza a la dignidad de los trabajadores pero también se puede encontrar en sus líneas la gran tristeza de aquellos que se quedaron afuera del sistema para siempre.
LA DOBLE HILERA DE PINOS, recuerdos de La Celina.
Siempre vuelvo, recurrentemente,
A pensar en la doble hilera de pinos,
En ese tiempo de risas y de juegos
Cuando la pobreza no nos lastimaba
Y los amigos éramos amigos
y robábamos papas de la quinta
Para asarlas en las cenizas, a escondidas.
Pájaros rugientes quemaban el cielo,
Ya no se escuchaba el cencerro de los arreos
Los gorriones, pequeños, atrevidos,
Observaban silenciosos, con mirada oblicua.
Desde lo alto de la doble hilera de pinos,
Orugas de metal aplastaban la gramilla
Mis ojos de niño miraban sorprendidos.
Desencanto temprano de la vida
Ya habían pasado tantas cosas
Que yo no sabía.
Yo sólo jugaba distraído
Entre zorzales y horneros
Debajo de los pinos.
Si temblaba, era de frío
De pantalón corto y estómago vacío.
El resto de la historia
Ya sabemos como sigue…
La doble hilera de pinos
Y la calle de tierra.
Todavía sobreviven.
Al tiempo, a los negocios sucios,
Al vendaval de vientos codiciosos
Al agua recia de los temporales limpios.
Espero que te guste, te escuché en la 530 y se me ocurrió mandarte esto que intenta ser un poema
Muchas gracias por compartir con nosotros tan lindo poema. continua haciendolo, es un gran aporte para este blogs
Saludos y nuevamente gracias
Leticia