A la tercera siempre va la vencida, suele decirse así. Pero la verdad es que nunca se vence al tercer intento, no con este enemigo. No hay nadie que pueda enfrentarse a la muerte y salir vivo de tan dura batalla. No hay nadie que busque el significado verdadero de la vida y muera en el intento, si por significado de la vida se entiende la reflexión propia de cualquier filósofo griego, de esos que creían en la razón. Aquella noche estaba leyendo algo de Platón, lo supe porque podía ver el nombre en el borde del libro, y estaba entusiasmada. Su cara parecía estar en conexión directa con el mundo griego del siglo V Antes de Cristo por el modo en que enarcaba las cejas y se mostraba interesada con su lectura. Yo, perdido en mi mundo literario, sólo me esforcé por avistar algo que se presentó ante la novela que tenía en mis manos. No supe comprender que, en miércoles, había que hablar de algo serio, y me resigné a leerle, con un aire de satisfacción en mis palabras, los trazos que con su artilugio mágico había rasgado Sinuhé, el egipcio, en su papiro. Fueron palabras bien acogidas en mi memoria y en su corazón, al igual que su gesto fue bien recibido en mi corazón y el beso que le envié de regalo, en su memoria. Disfruté entonces al hablar, y de mi boca brotaron palabras bellísimas, como yo nunca hubiese ideado con la pluma. Mi voz sonó ronca durante las últimas palabras.
“El hombre no comprende la vida más que durante los días de su vejez, cuando la vida huye y no le ocurre ya nada.”
Mika Waltari (escritor finlandés, 1908-1979).