¿Qué sentido tiene la vida? Seguro que esa pregunta ha rondado por la cabeza de muchos durante su período de existencia en este mundo. Nos solemos cuestionar el objeto de ésta, de la vida, nos solemos preguntar para qué estamos aquí, por qué nos ha tocado vivir ciertos momentos, y otras muchas cuestiones que merodean por el espacio infinito de nuestra mente.
Ayer, sin ir mucho más lejos, me di cuenta de que la vida es realmente como la literatura: nunca se sabe adónde va. Algunas veces es buena, otras veces es mala, unas veces tiene un final feliz, otras veces triste –aunque la vida siempre tiene final triste, pero ese final es definitivo–. Algunas veces la literatura nos expresa pasión y otras veces dolor, como la vida misma. Nunca estuve antes seguro de que la vida se asemejaba del algún modo al arte, a la literatura en este caso, pero desde ayer, que pasó un ángel ante mis ojos llamado cita literaria, estoy convencido de ello. La vida es literatura, la literatura es vida, sin la primera no podremos vivir, sin la segunda no podremos leer ni escribir. Viva la literatura, pues. Escriban sus vidas también.
Aunque breve, esta cita me dio quehacer tan sólo por su significado y profundidad. Nunca he estado más convencido de para qué hemos nacido, para qué estamos aquí, de dónde venimos, dónde estamos, adónde vamos, dónde terminaremos… Fue una verdadera revelación la que sigue a estas palabras:
“El objeto de la literatura es indeterminado, como el de la vida”.
Paul Valéry.