Ya te vas, lo siento. Siento cómo te estás escapando de entre mis brazos como si estuvieras mojada y mis manos no pudieran sostenerte firmemente. Tu mirada ya no me sostiene un gesto negro, ni blanco, no me transmites felicidad ni tristeza a través de tus ojos cerrados, inmunes a la tenue luz que cultiva tu hermosura ahora pálida, antes rosada. Tu sonrisa ya no vuelve a mostrar tus dientes, solamente puedo ver la parte interna de tus labios, que, insistentemente, se esfuerzan en salir hacia fuera. Siempre fuiste risueña, siempre contenta. Hoy estamos tristes todos, y todos serios. Guardaremos en la memoria tu imagen, tu constancia sobre nosotros, tu delicadeza de palabra, tu bienestar emocional. Siempre serás un modelo de persona que seguir. Siempre, siempre.
Hoy nos despedimos, yo de ti, pues tú no puedes. No te dejan, allá dondequiera que estés. Nosotros, que sí estamos aquí, y te vemos, y te contemplamos, y te lloramos, y te amamos, mantendremos tu recuerdo en nuestros corazones. Estamos vivos, podemos recordar…
“La muerte es una amarga pirueta de la que no guardan recuerdo los muertos, sino los vivos”.
Camilo José Cela.