Hoy es 16 de julio, y como tal, es el santo de todas las Cármenes, y como amigo de algunas que otras Cármenes que soy, me gustaría hacerles un brindis. Un brindis, en especial, por una Carmen en particular: mi amiga, mi Carmelita, mi mejor amiga, que hoy, además de felicitarla por su santo, hay que felicitarla por su decimonoveno cumpleaños, lo cual supone una doble obligación interna –la que siento yo, no la que me imponen– de escribir lo que estoy escribiendo.
¿Qué podríamos pensar de ese nombre tan atractivo? No sé si muchos lo saben, pero también estoy seguro de que muchos otros no lo saben: “carmen” significa “poema” en latín, y como poema, no hay mayor dedicatoria que unos versos, a compás de soneto, ¡cómo no!, escritos de mi puño y letra en un arrebato de inspiración anoche. No hace falta que nos pongamos a dedicar palabras a tipo de discurso, porque ello no se requiere, sino que será mejor que plasme directamente el soneto que he dedicado a esta bellísima amiga, Carmen –poema–, cuya lectura espero que realice.
Felicidades, Carmen.
Felicidades, tanto por tu nombre
como por tu edad, amiga del alma.
En este día, no quiero que te asombre,
mi pluma se complace con la calma
que siente al desbordarse sobre ti,
con tanta fuerza, con tanta locura,
con tal intención de hacerte feliz
que hasta yo veo, al mirarme, hermosura.
Que seas muy feliz en este día,
que cumplas cada día muchos más,
que tengas cuidadito en cada racha.
Deseo, y lo digo a sangre fría,
que no se acabe esta gran amistad
que aún, tras tantos años, me emborracha.
Jorge González Jurado, 15 de julio de 2008 en horario nocturno y oscuro, para mi Carmelita, cuya existencia es, me lleve la parca de la mano ahora mismo, esencial en mi vida.