Textos para el Alma: Sexo milenario (parte III)

El gran cambio en la forma en que mujeres y hombres se relacionan entre sí tuvo lugar cuando se comenzó a cultivar la tierra, 8 mil años a.C.

La mujer perdió su independencia económica y su papel principal pasó a ser el tener hijos. Por su parte, el hombre pasó a tener un papel mucho más importante ya que eran quienes araban el suelo y hacían la guerra.  Se produjo entonces una trasformación.

Lo que era una igualdad entre ambos sexos, se convirtió en mujeres subordinadas y homre dominantes. El matrimonio se volvió una alianza entre pueblos, en que las propiedades pasaron a fusionarse. Como los casamientos tenían que ser estables y permanentes, comenzamos a percibir en la evolución humana un cambio real en la sexualidad.

Uno de los cambios más evidentes fue sin dudas que los cónyuges se volvieron dependientes uno del otro para trabajar en la tierra y entre sí; y sobre estas circunstancias ecológicas, emergió un espectro de nuevos cerdos sexuales. 

Teniendo en cuenta que el objetivo de la mujer era concebir hijos, su vida sexual se terminaba con la menopausia, algo que constatamos aún hoy. Surge, además, el concepto de virginidad para el cual muchos pueblos que todavía hoy viven de la caza y de la búsqueda de alimentos no tienen siquiera un vocabulario.

Junto con las transformaciones de las prácticas sexuales se instalaron dos preceptos: honrar al marido y hasta que la muerte los separe. El despuntar de esa nueva situación cultural trajo, de hecho, una asociación del sexo con el pecado y del celibato con la religiosidad.

(Continuará).

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