Acción a distancia, comunicación, rapidez, línea de montaje, triunfo de las masas, ciencia y tecnología… Holocausto: a través de las metáforas y de las realidades que marcaron estos cien últimos años, aparece la verdadera enfermedad del progreso… a la que debe o debería situarse con algunas reglas para poder comprender mejor la situación.
Primera regla: no se puede juzgar un siglo sin volver a colocarlo en la debida perspectiva histórica. Piensen en lo que habría respondido un geógrafo del siglo XV si le hubiesen pedido un resumen de su siglo. O lo que habríamos contestado si nos hubiesen pedido una síntesis un mes antes de la caída del Muro de Berlín en 1989.
Segunda regla: ¿quién es el que realmente juzga? El juicio que puede hacer un ciudadano del mundo occidental es distinto del que puede hacer un hindú que se muere de hambre. Pero, para bien o para mal, es un hecho que el modo occidental se esta imponiendo, podría decirse también que ya esta impuesto, sobre una gran parte del mundo. Hoy un campesino chino esta más cerca de lo que es un campesino francés.
Tercera regla: no se puede evaluar sentimentalmente un siglo estando dentro de él y sin recurrir a comparaciones estadísticas. El número de personas que mueren actualmente de hambre en el mundo causa mucho temor. Sin embargo, la cantidad de personas que morían por la misma causa en el siglo XIX también debería causarnos terror, sobre todo si lo comparamos con población mundial de aquella época. Por lo que dicen relatos de algunos legados pontificios, el príncipe Vlad Tepes de Valquia (mejor conocido como Drácula), quien empalaba a mujeres y niños mientras se divertía con sus nobles, habría ordenado la masacre de 100 mil personas en el año 1475. Teniendo en cuneta que su principado tenía 500 mil habitantes, es como si ahora el gobierno italiano ordenara el asesinato de 10 millones de personas. El siglo que acaba de terminar (para que no hagáis cuentas se los simplifico: hace nueve años) fue el que presenció Hiroshima, el Holocausto, los regímenes de los Grandes Hermanos, sucesivas dictaduras, podría seguir. Y en este siglo XXI, que aun esta en pañales, ¿Cambió algo? La respuesta la sabemos todos: no. Lo que sucedió con las Torres Gemelas y lo que este hecho produjo es algo aterrador, no sólo por la cantidad de víctimas sino por quienes los comenten.
Pero estas atrocidades pasaron siempre. Hagamos un repaso:
En una Europa con tan sólo decenas de millones de habitantes, las ciudades saqueadas durante la Guerra de los Treinta Años representan un número de víctimas que debería dejarnos sin habla. Si a esto le sumamos que a los responsables se los honraba y se los honra como si fuesen héroes, estamos en una situación crítica del nunca acabar. ¿Acaso los soldados norteamericanos son realmente héroes? ¿Qué los diferencia con los “rebeldes” a los que intentan derrotar? ¿Por qué un francés es campesino y un chino también es campesino y un soldado es un héroe y el otro es un “rebelde”?
Esto llevaría a la siguiente pregunta: ¿Se puede juzgar un siglo por la diferencia que existe entre su sistema de valores y su práctica cotidiana?
(Continuará)