Podría afirmarse que la contrafigura de la historia de Tsu Hsi es la de la película “Moonlighting”, una obra maestra del cine realizada en 1982 por el polaco Jerzy Skolimovski.
El tema de que trata Moonlighting es bastante simple: cuatro obreros llegan de Varsovia a Londres para reedificar la casa de un jerarca comunista que especula con dólares. Sólo uno de los cuatro habla inglés. Dos obsesiones lo persiguen: volver cuanto antes a Polonia, donde lo espera su novia, y rapiñar en los supermercados de los miserables comestibles que lo deslumbran.
Es diciembre de 1981, y el gobierno de Jaruzelski ha declarado la ley marcial. En las vidrieras de las tiendas, los televisores gritan y exhiben la noticia. En los muros de Londres, la palabra Solidarnosc (Solidaridad) se multiplica.
El obrero que sabe inglés, apremiado por volver a su país, vedará toda información a los amigos. Sólo en el aeropuerto , cuando el trabajo haya terminado, les contará la verdad. La metáfora es más que clara: el poder suele negarse fanáticamente a aceptar la realidad; los oprimidos son fanáticamente apartados del conocimiento de la realidad. Aquél sucumbe por negarse a saber, los otros, por no poder saber.
Siempre he pensado que ningún síntoma revela tanto la dependencia y el subdesarrollo como la falta de información. Si a un hombre se le niega el derecho a saber o a elegir lo que quiere saber, se le está negando también el derecho a ser. Aunque, por fortuna, ya ningún poder tiene los dedos suficientemente grandes como para tapar el sol de una sola vez.
Tomas Eloy Martinez.