Ninguno de los enanos, con una excepción, puede explicar quiénes son ni de donde vienen.
La excepción es el comodín de la baraja…
El comodín de la novela simboliza el outsider que ve y experimenta las cosas para las cuales los demás enanos son ciegos. El comodín experimenta, sobre todo, que la vida es una aventura extraordinaria y, por ende, plantea continuamente nuevas preguntas.
Todos nacemos comodines en el juego solitario de la vida. Pero gradualmente, a meidda que crecemos, nos convertimos en corazones, diamantes espadas y bastos. Ello no quiere decir que el comodín desaparezca por completo. Imagino esto como algo que podemos explorar en cada barajade cartas bajo la superficie del signo del corazón y del signo de diamante, ¿no podría haber un comodín en lo más profundo del papel?
Es como un antiguo palimpsesto; hojeamos lo que aparentemente son los libros de cuentas de la Edad Media. Pero en lo más prfundo del pergamino (allí, bajo los viejos precios del pescado y el grano) están los vestigios de una comedia romana.
Del mismo modo que sucede con el pergamino, nuestro asombro ante el mundo se halla muy dentro de nosotros. Ahí encontramos el desfile de los malabaristas y los comediantes de la existencia, los duendecillos y los enanos, las hadas y los gnomos, el Mago de Oz y la merienda de Alicia con la Reina dentro del País de las Maravillas.
Ahora bien, podemos reparar en que el comodín de «El misterio de los naipes» es un enano y es el niño eterno que nunca acaba de crecer del todo, que nunca deja de sorprenderse ante la vida. En este sentido, está emparentado con los grandes filósofos de la historia.
(Continuará).