Los niños del barrio cubriamos nuestras bocas con bufandas estambradas hechas por nuestras madres o abuelas. Mitigabamos el frío que crudamente golpeba la región. Año trás año era lo mismo, bajas temperaturas que ya habian matado algunos de los más viejos. Nuestros abrigos y chamarras raídas nos cubrian un poco, pero los juegos infantiles nos hacian olvidar del clima, pues la mayor parte del tiempo pasabamos corriendo y brincando. No era nada despresiable la enorme cantidad de niños que jugabamos en la cuadra, al rededor de diez en cantidad. Los bebes habian aminorado, despues de que la mayoría de nuestros padres fueran enlistados para acudir al frente de batalla en esa guerra que ni siquiera era contra nuestra patria.
En algunas ocasiones durante los recreoa de clases, mi amigo y vecino Luis, me dijo que la historia de Papá Noel o Santa Clos, era un vil ardid inventado por los adultos para obligarnos a los niños a portarnos bien y no hacer diabluras. Me resistí a creer eso, ¿Cómo no iba yo a creer en Santa Clos? si año tras año encontraba yo mis regalos modestos bajo el árbol de navidad, que de cierta forma no era un pino como los de las revistas, era un simple huizache espiniento coloreado por mi madre que lo embellecía para colocarlo en un rincon de la cocina, siempre lo mas junto a la ventana.
Una tarde ya casi obscurecia cuando la voz de mi madre gritó nuestros nombres, mi hermano menor y el mío. Nos sentamos a cenar y mi abuela rudamente discutia con mi madre, gritando las injusticias de la guerra, que mi abuela siemrpe se encargaba de enmarcar con sus frases que «esa no era una guerra, se trataba de una invasion». Mi hermano y yo intercambiabamos miradas desconcertadas pues no sabiamos de lo que hablaban. Mas Fernando, mi hermanito, estaba preocupado por la vispera de la llegada de Santa Clos. Mi abuela furiosa y sin piedad nos espeto que nos dejaramos de niñerias, que «Santa Clos NO existe».
Fue así que comence a dudar de la existencia de Santa Clos, encerrados en elrincón de nuestra cama, mi hermano y yo platicamos sobre el asunto y decidimos desentrañar la verdad. Dormimos con las cobijas de pedacitos hasta la cabeza.
Temprano, en nuestro horario de escuela, sondeamos con nuestros compañeros si ellos creian o sabían sobre la existencia de Santa Clos. Las respuestas fueron muy variadas, sobretodo con los niños mayores que se burlaban de nuestro ejrcicio estadistico. Sin respuestas concretas y con la version feaciente de la maestra quien no nos supo decir ni si, ni no, osea que nos dejo con las mismas dudas, por ello decidimos no terminar nuestra busqueda de la verdad.
Llego la noche buena y nosotros no pudimos sacar una conclusión acertada. La cena y reunion familiar se torno melancolica cuando la abuela toco el tema de los ausentes por la guerra, entre ellos mi papá. En la atmosfera se sentía el dolor de ella por nos saber si mi padre vivía o había muerto. Esa noche, no lo niego, lloré bajo mis sábanas luídas.
Pero no dormimos, Fernando y yo nos quedamos despiertos para detectar infraganti a Santa Clos. Fue cuando unos ruidos nos pusieron alerta y nos lanzamos al patio. Encendí las luces. Vi aquel hombre barbudo con un gran costal a su espalda. Limpié mi vista y observé que era mi padre, que al momento tiró al suelo su gran mochila militar y corrimos a abrazarle. Mi madre y mi abuela despertaron, lloraban de alegr{ia.
Desde entonces entendí la verdad: Santa Clos no existe, siempre se trató de mi padre.
Autor: Martín Guevara Treviño
santa clos si existe a si que no digas que no existe ok y los que no cren
HOLA ME LLAMO YOHANA AGELY Y SOY DE VENEZUELA TENGO 11 AÑOS AGO 6TO GRADO Y QUIERO DECIRes QUE ACABO DE VER UNA LIN DA PELECULA DE SANTA CLOS ES QUE BODI FUE ADCTADO PARA SER U DUENDE YYYYYY PARA QUE LO SEPABN YO A SANTA CLOS YA LO MIRE EN VIDA REAL