Pobre de nosotros
que jugamos a engañarnos dulcemente
Pensamos que amarnos era así
tan sencillamente cruel como matarnos
Orgasmos sin nubes ni escaleras.
Donde tú dejaste el vestido y las flores
yo perdí mis verdades harapientas;
y vaya a saber donde quedaron
en qué árbol desnudo las enroscó el viento.
Sutileza en las muñecas
para decir adiós, ya no te quiero;
pero tu lágrima se vio
aunque hayas creído ocultarla
con las palabras mas secas del otoño.
Fría como la derrota anterior
y dura como ningún otro fracaso precedente
No fuiste el primer desengaño
ni el último deshielo,
corrimos las estrellas de lugar
es cierto,
pero no el cielo.
Hay tiempo de sobra para ordenar
para armar la constelación como prefiera
pobre de nosotros entonces
que jugamos a engañarnos dulcemente
pero mas pobre de ti mujer
que en tanto tiempo no aprendiste
a volar entre la miel y la locura.