Para todos aquellos que leyeron A Sangre Fría (una de las obras que un verdadero lector no puede perderse) aquí podrá ver lo que fue o hubiese sido un artículo periodístico del día posterior a la muerte de los acusados por el caso Clutter. Un trabajo más que interesante que llama a esa palabra casi perdida por estos días: la imaginación.
Fin del Caso Clutter – Los asesinos de la familia cumplieron la condena de muerte luego de varios años de abolir su sentencia
Los autores del asesinato de la familia Clutter finalmente cumplieron su condena de muerte en la prisión de Lansing, Kansas, pasada la medianoche de ayer, luego de posponerse por un lapso de casi cinco años sus condenas debido a tres presentaciones de apelación realizadas por la defensa ante la Corte Suprema de Justicia, quienes siempre rechazaron dichos recursos.
En el juicio iniciado el 22 de marzo de 1960 en la ciudad de Garden City, los acusados Richard Eugene Hickock y Perry Edgard Smith fueron condenados a pena muerte por el crimen de cuatro integrantes de la familia Clutter que vivían en Holcomb, un pueblo de Finney en Kansas.
Dos años mas tarde, uno de los acusados, Richard Hickock realizaba insistentes reclamos a diversas organizaciones pidiendo revisar su sentencia y así fue que se le designó al abogado Russell Schultz para llevar a cabo una investigación que declarara la invalidez del proceso y su condena. Este pedido provocó que se reuniera nuevamente la audiencia en un nuevo proceso para discutir la imparcialidad del juicio.
El informe final declaró, en base a los diversos testimonios aportados, que los inculpados habían tenido un juicio justo. De esta forma, se niega el pedido para abolir el veredicto original y se establece una nueva fecha de ejecución estipulada para el 25 de octubre de 1962.
Schultz renuncia y es reemplazado por otros dos abogados: Joseph P. Jenkins y Robert Bingham, quienes estaban convencidos que sus defendidos habían tenido un proceso judicial injusto.
Con varias apelaciones, posponen la fecha de ejecución impuesta por el Tribunal Supremo de Kansas, y logran hacerlo nuevamente en dos ocasiones más, el 8 de agosto de 1963 y el 8 de febrero de 1965. De esta forma Jenkins y Bingham logran llevar el caso ante la Corte Suprema de la Nación, que rechaza el pedido en las tres ocasiones solicitadas.
Eugene Hickock y Perry Edgard Smith robaron y asesinaron a Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus hijos Nancy y Kenyon, muertos a causa del disparo de una escopeta calibre 12 que pertenecía a Hickock. Además, Herbert presentó una herida cortante en el cuello. Todas las victimas estaban atadas de pies y manos con sogas, y amordazadas con cinta adhesiva.Primeramente, no estaba del todo claro como habían sido los homicidios. Los cartuchos de escopeta no estaban presentes, y los pocos objetos que habían desaparecido eran una radio portátil y unos prismáticos.
Las investigaciones estuvieron a cargo del agente Alvin Adam Dewey, del Departamento de Investigaciones de Kansas (KBI), quien en una de las ruedas de prensa en su momento expreso que las mujeres no habían sufrido abuso sexual y que no se habían robado nada de valor de la casa. Por otra parte, se tenía la hipótesis de uno o dos asesinos, y se descartó el rumor por el cual asociaban la contratación de un seguro de vida de Herbert Clutter con el asesinato de toda la familia.Pasados unos días, las pruebas mas contundentes fueron unas huellas de dos botas diferentes.
Los primeros indicios firmes acerca de los sospechosos surge de la declaración de un joven llamado Floyd Wells, un presidiario de la Penitenciaria Lansing, que había tenido un compañero de celda a quien le había contado que había trabajado en un importante campo triguero en el oeste de Kansas y que su dueño tenia una enorme suma de dinero.
El campo pertenecía a Herbet Clutter y el compañero de celda era Richard Hickcock. Cada día, comentaba Floyd, su compañero estaba más entusiasmado e interesado por la historia que contaba, y le pedía mas detalles acerca de su antiguo jefe. A su vez Richard no dejaba de decir una y otra vez que, junto a su compañero Perry Smith, darían el gran golpe, asesinándolos a todos y llevándose el dinero de una supuesta caja fuerte.
Junto a estas declaraciones los agentes de la KBI iniciaron una búsqueda intensa de los sospechosos por los diversos estados. Mientras tanto, entrevistaban a los familiares cercanos de los sospechosos, como la hermana de Smith o a los padres de Hickcock en busca de recolectar la mayor cantidad de testimonios.
La búsqueda empieza a dar sus resultados, ya que los investigadores descubren que los sospechosos se encuentran nuevamente en Kansas emitiendo cheques sin fondo a nombre de Hickcock. También logran identificar el auto con el cual se estabann moviendo, y de esta forma logran finalmente detenerlos el 30 de diciembre de 1959 en Las Vegas.
Los sospechosos firmaron sus declaraciones admitiendo la participación en el crimen de los Clutter después de una ronda de interrogatorios que efectuaron los investigadores de la KBI. Tanto Hickcock como Perry se acusan mutuamente del asesinato de la familia, aunque coinciden que cometieron dicho acto para eliminar a todos los testigos luego de no encontrar la caja fuerte con dinero.
A partir de ahí fueron trasladados a Garden City donde fueron sentenciados a la pena capital por el jurado de un juicio a cargo del juez Roland Tate.
Así termina esta historia para dos criminales que, a pesar de postergar su condena en varias ocasiones, no pudieron escapar a su destino y pagaron la máxima consecuencia por el injusto asesinato de la familia Clutter.