Granada, año 1925, el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal participa de dos procesos revolucionarios en Nicaragua, su país de origen. Ambas revoluciones quedan plasmadas en su poesía. A través de sus largos poemas épicos (muy marcados por los Cantos de Ezra Pound, que tradujo al castellano) son lo más celebre de su obra.
En sus primeros versos escoge la forma más breve de reformular, en clave latinoamericana, las formas y los temas de la poesía latina.
Sus Epigramas nos muestran la exaltación de los amores juveniles y su participación frustrada en la Revolución de Abril de 1954 contra el dictador Anastasio Somoza Garcia, en esta revolución pudieron participar muchos amigos suyos y otros tantos perdieron la vida.
El amor y la rebelión se hayan en esos poemas, pero también el humor junto con la ironía, la vocación de lucha nunca eclipsa el genuino sentir del amor.
Me contaron que estabas enamorado de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí este artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.
Yo he repartido papeletas clandestinas
gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! En plena calle
desafiando a los guardias armados.
Yo participé en la rebelión de abril
Pero palidezco cuando paso por tu casa
Y tu sola mirada me hace temblar.
Luego de la Revolución de Abril, Cardenal entro en un monasterio y luego se formó en teología. Cuando la Revolución sandinista derroto a Anastasio Somoza Debayle, Cardenal ya contaba con 14 años preso como sacerdote, esto no le impidió formar parte del gobierno del Frente Sandanista (pero fue su primer ministro de cultura) ni continuar escribiendo bella su bella poesía.