Recientemente he terminado de leer una novela de la saga que el autor ha escrito sobre España. Recordemos que comenzó con Gárgoris y Habidis, continuó con esta novela, Muertes Paralelas, y ha concluido hace poco tiempo con Y si habla mal de España… es español. Desde la España mágica, pasando por la España trágica, hasta la España hortera, la del último libro. En esta ocasión me centro en la España trágica, la de la guerra civil, la de Muertes Paralelas.
Muertes Paralelas cuenta la investigación que el autor llevó a cabo desde que a temprana edad le revelaron que a su padre no lo habían matado los republicanos, sino los nacionales. Fernando Sánchez Monreal, pues, su padre, es el protagonista de esta historia. Junto a éste, Luis Carreño, su compañero –periodista como él–, emprenderá un viaje hacia la tragedia de la Guerra Civil española. Ambos periodistas, ambos asesinados, ambos con familia que dejaron atrás por cumplir con su deber, ambos, como escribe el autor, con muertes paralelas. A su vez, el autor cuenta las muertes de otros personajes relevantes de la historia, desde Federico García Lorca hasta José Antonio Primo de Rivera, pasando por un gran número de personas, todas ellas asesinadas durante la guerra.
Estructurada en tres actos, sigue el hilo de la tragedia griega, nombrando en múltiples ocasiones a Edipo, a Antígona, a Sófocles y otros autores y personajes del mundo griego. El primer acto, titulado El Padre, narra todo lo referente a la muerte de Fernando Sánchez Monreal. El segundo acto se centra en la madre, teniendo por título el mismo, y cuenta la angustia de Elena Dragó y los viajes emprendidos por ésta en busca de su marido. Finalmente, el último acto es el de El Hijo, que se centra por completo en el niño huérfano al que llamará Dionisio y del que hablará en tercera persona, aun siendo el mismo autor quien narra.
Reconozco que, aunque empecé esta novela con la gran ilusión de que sería un novelón, cambié de opinión cuando leí las primeras cien páginas. Pero reconozco también, después de haber terminado la lectura de la novela completamente, que he vuelto a cambiar de opinión y que la catarsis que busca la tragedia griega en el último acto ha sido la misma que he sentido al leer el tercer acto de Muertes Paralelas.
Además, el autor utiliza siempre un estilo muy característico de su prosa, introduciendo numerosas aclaraciones entre guiones y paréntesis, haciendo incisos más o menos largos para reflexionar sobre diferentes temas, y contando la historia como si se tratase enteramente de una charla cara a cara, aunque con un lenguaje bastante literario –en ocasiones, también utiliza palabras malsonantes, pero siempre que es momento de hacerlo–.
Esta novela ganó el Premio Fernando Lara en el año 2006, y es un recorrido intrahistórico por el mundo horrendo de la guerra de 1936.
Como último dato, añadiré algo que ya he visto en boca de muchos: la inclinación política que tenga el autor no me ha supuesto problema alguno, y no por ello llevo la misma inclinación. Quiero decir con esto que no hace falta tener las mismas ideas que el escritor, porque eso es lo de menos en este libro –no lo era tanto en el tercero, que, muy a mi pesar, leí antes que el segundo–, porque se trata de contar una catástrofe que lo mismo hubiera sido para una persona de derechas que para una de izquierdas. Dicho queda.