Gente caminando hacia todas partes, con equipajes en la mano, algunas miradas ausentes, esperando, o tal vez despidiéndose en los recuerdos de esta ciudad pequeña, mi pueblo grande. El altavoz marca mi salida, abordo un autobús de primera clase, el trayecto es eterno, más aún cuando invaden al pensamiento las memorias del ayer.
Autopista “Premier” logro distinguir en el letrero que acabamos de dejar atrás… y otra vez se sumerge la memoria en pensamientos, de los amigos que he dejado, del amor que pudo haber sido y no fue, del amor familiar. Ahora emprendo una lucha por mi propia cuenta, sin que nada ni nadie me detenga, he decidido andar el mundo solo, marcando las huellas con mis propios pies, volar con mis propias alas, recordando las noches sumido en los hoteles con los amores de ocasión, en las borracheras con los amigos y mirando siempre al cielo, soñando con un día ser mejor. El pecho empieza a doler, a través de la ventanilla poco logro distinguir una vegetación escasa, el cielo oscuro me dice aún más sobre mi origen. Aquí, dentro del autobús se ha calmado un poco el frío, más sin embargo en mi interior hay hielo y soledad. Trato de dormir, ya despertaré en otro lugar… en un lugar que espero sea mejor.
Se empiezan a liberar. Mis sueños gritan, reclaman el derecho a existir a materializarse, estoy convertido en un instrumento para que ellos existan, para que se materialicen. Ahí entre gente extraña que también duerme, que da libertad a sus propios sueños, esta el cuerpo joven que les da vida, me encuentro yo dormido en un autobús que va a cualquier lugar, no importa a donde, lo interesante es que sea un lugar donde si puedan desbordarse estos sueño, y dar vida a los que siguen.
F I N
Autor: Martín Guevara Treviño [Desprenderse al abismo]
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