Los rituales del caos

Carlos Monsiváis, el sociólogo más excéntrico de México, ha dejado un legado de la conducta social de masas en la república, con su ya ilustrativo libro “Los rituales del caos”, donde nos presenta diversas perspectivas del ser humano mexicano, de la manera en que se desenvuelven los individuos al convertirse en masa, y detalla los motivos o liderazgos que confabulan, aglomeran o integran las mismas en su existencia.

Carlos nos enseña como desde el sol que ilumina los escenarios románticos como lo es Luis Miguel, o hasta el mismo Santísimo Niño Fidencio que congrega a esa otra parte de México, la prole, los creyentes o ignorantes, los que profesan y peregrinan ante la nada, solo ante su propia creencia. Como los mexicanos vueltos masa siguen fervientes a una Gloria Trevi que muestra sus calzones en el escenario o un Santo, enmascarado de plata sobre el ring venciendo a sus adversarios, ese pueblo que unido se envuelve la clase social, las líneas que en algunas ocasiones se rompen para unirse en un mismo evento o p0unto de concurrencia para disfrutar de su éxtasis que los convoca.

Esa mexicanidad que nos muestra Carlos Monsiváis, es como un film que pasa día a día en la cosmopolita Ciudad de México, tan suya, tan única, tan in igual de ese aspecto “no se que” que solo encuentras en el sentido de ser parte de esa masa.

Y como no sólo las figuras o personalidades son causa de aglomera miento de esas sociedad, pero quien en verdad arrasa la multitud es una imagen santa que los devotos fervientes siguen tras de si; la virgen de Guadalupe.

Los rituales del caos, es un libro ilustrativo pues ha quedado para la historia este estudio del comportamiento de las masas mexicanas ante acontecimientos o sucesos que convocan, mueven y hacen sentir el deseo de ir a un punto exacto donde más individuos estarán con el mismo objetivo.

No se escapa a la percepción del autor que todo lo que origina tal efecto es quien en verdad esta detrás de ello, un sistema maquinado como un programa computacional que moldea los cerebros para arrastrar a la misma masa al consumismo.

Esa masa que acude sin parar a todo tipo de eventos, que consume los artículos de moda, que escucha los éxitos radiales y por supuesto consume los discos, que acude a las salas cinematográficas para ser de los primeros en ver las películas de estreno y de ser posible, después rentarlas en el videoclub para recordar la ida al cine. Un individuo que en su andar inagotable vive en masa en el pesero, en el metro, en el supermercado y termina buscando esa masa en los magnos eventos. Concluye el escritor por verificar que la gran ciudad no descansa, no duerme, solo vive para consumir, que no descansa pues el ritmo de su existencia es estar en movimiento, con el miedo constante de cerrar los ojos y al volverlos abrir, haber quedado “out”, es por ello que la masa mexicana se ha inverso en un pantano de la moda, de lo “in” para sentirse dentro.