La balsa de piedra es una de las novelas más célebres del escritor portugués José Saramago, y una de las más aplaudidas por su ingenio, además de ser objeto de una producción cinematográfica a cargo del cineasta George Sluizer, que se estrenó en España en mayo de 2003.
A partir de un planteamiento poco común, original en la literatura contemporánea, el autor traslada a sus personajes hasta lo más profundo del mundo en el que viven. En la frontera que separa la península ibérica del resto de Europa, a la altura de los montes pirineos, de manera inexplicable se abre una grieta que hace despegar la península del resto del continente europeo, pasando a ser una isla que navegará por el océano atlántico y encontrará varios obstáculos, como el hecho de coincidir con las Azores en su trayecto. Así, una balsa de piedra transportará a millones de españoles y portugueses en una travesía de unos meses por las aguas del centro del océano. Personajes como José Anaiço, perseguido por una bandada de estorninos, Joaquim Sassa, un hombre que lanzó una piedra enorme al mar sin explicarse cómo, Joana Carda, una mujer que trazó con una vara de negrillo una raya que no se ha podido borrar, Pedro Orce, farmacéutico que siente el temblor de la tierra, y un perro al que no saben qué nombre dar, entre otros, vivirán una aventura antes nunca vista a bordo de una barca cuyo viaje no se puede evitar.
José Saramago (Azinhaga, 1922), autor de novelas de renombre como Ensayo sobre la ceguera o Las intermitencias de la muerte, o de obras polémicas como El Evangelio según Jesucristo o su último trabajo Caín, donde trata el tema de la religión desde un punto de vista muy personal, fue galardonado en el año 1998 con el Premio Nobel de Literatura, y a pesar de todo sigue tan convencido de que no nació para convertirse en un gran escritor, como la voz de su pluma, que se niega a tener la labor de narrador. Característica ésta común a todas sus novelas: el que nos cuenta la historia, que además nos apela directamente a la manera del «desocupado lector» de la obra cervantina, desempeña la labor de cronista sin decir en ningún momento que es el narrador de la historia, como si él mismo tampoco conociera los acontecimientos. Peripecias como ésta se mezclan con la aparición, en La balsa, de una voz desconocida que habla en ocasiones y reflexiona sobre las vivencias de los personajes. Al margen de estas experimentaciones en el arte narrativo, la historia nos lleva a una profunda reflexión acerca de los deseos del ser humano, sus afanes y sus defectos.
Una novela inteligente, con un argumento fácilmente identificable con el estilo del autor, y un libro, en definitiva, cuya lectura agrada desde el principio por la extrañeza del asunto. Cuatrocientas páginas de viaje sin que los protagonistas, ni millones de paisanos, se muevan de su tierra.
No busquen, por otra parte, un libro cargado de acción, pues la acción que puede tener un barco a la deriva es la que sus viajeros sean capaces de conseguir, y en esta novela no hay más acción que el interés de los protagonistas de dar explicación a lo que explicación no tiene. No es poco.
Jorge, la leeré seguro. Ya sabes que he empezado con Saramago y me fascinó «El viaje del elefante».
Ojalá, Isabel. Ha sido mi última lectura de Saramago, la terminé hace una semana, y me ha encantado. Espero que te guste.