El año de la muerte de Ricardo Reis es una de las novelas más famosas y mejor consideradas del Nobel portugués José Saramago (1922), una obra al mismo tiempo tierna y estremecedora, que inmortaliza la ciudad de Lisboa y pone en pie la figura de uno de los grandes poetas portugueses: Fernando Pessoa, también conocido como Ricardo Reis o Bernardo Soares (tres pseudónimos que trataban en la literatura tres temáticas diferentes, pero cuyas obras estaban siempre escritas por la misma pluma), y por otros varios pseudónimos. Se trata de un hombre polifacético que murió a causa de problemas hepáticos el 30 de noviembre de 1935.
Esa fecha es la que escoge José Saramago para recoger a Ricardo Reis de Brasil y traerlo en barco hasta Lisboa, donde comienza a vivir en un hotel y a informarse sobre el mundo leyendo multitud de periódicos. Así se entera de que el gran poeta de Lisboa, Fernando Pessoa, ha fallecido recientemente, y en una de las noches en que duerme en su hotel, el fantasma del poeta muerto se le aparece para hablarle. Con esa primera conversación en la que se hace una reflexión muy interesante sobre la vida —una persona está viva desde que su madre se queda embarazada, porque desde entonces ya se piensa en la persona como en un ser vivo, y del mismo modo está muerta hasta nueve meses después de firmarse su defunción, porque la gente lo recuerda durante ese tiempo igual que durante el embarazo de su progenitora—, empieza una relación ocasional en la que Ricardo Reis descubre muchos secretos sobre la vida y la muerte, así como conoce el amor de la mano de una limpiadora del hotel y se relaciona con un hombre cuya hija enferma, Marcenda, quiere que la trate, pues el propio Ricardo Reis es médico de profesión.
Esta novela tiene una característica especial frente a muchas otras de su tiempo: está narrada en todo momento utilizando el presente. Es cierto que Saramago escribe en muchos momentos en presente y luego continúa la narración en pasado (el tiempo común para los narradores, pero no por eso el obligatorio), pero en este caso no sucede lo mismo, en estas quinientas páginas el tiempo empleado para narrar es siempre el presente, salvo quizás en alguna pequeña alusión al pasado histórico. Cuenta también con la ambientación, aunque más bien indirecta, en la Guerra Civil española, pero no es la historia del mundo lo que a José Saramago le interesa plasmar en una novela que está dedicada exclusivamente a dos asuntos: la inmortalidad y descripción mágica de Lisboa, y la inmortalidad de Fernando Pessoa.
Es una historia muy interesante, que nos hace pensar mucho y en alguna ocasión será capaz de sacarnos sonrojos y lágrimas. Como siempre, recomiendo los libros de Saramago porque es uno de mis escritores favoritos; pero además, muchos que hayan leído este libro y otros de este escritor, coincidirán conmigo, estoy seguro, en que su talento narrativo es loable. En definitiva, espero que les guste a los que no lo hayan leído aún, y que se animen a hacerlo (no les defraudará). El año de la muerte de Ricardo Reis. José Saramago. Disfrútenlo.