La conjura de los necios es una de las pocas novelas que escribió John Kennedy Toole, debido al rechazo de todas las editoriales y a su temprana muerte por suicidio. Todas sus obras, según tengo entendido, son obras póstumas, y todas son maravillosas. Ésta me lo ha confirmado.
Se trata de una novela que analiza el mundo mediante los ojos de su protagonista, Ignatius J. Reilly, un hombre de treinta y tantos años que aún vive con su madre y que no tiene trabajo. Su madre, Irene Reilly, trata de estimularle para que busque trabajo y saque adelante un problema económico familiar que les surge al principio de la historia, un dinero que tienen que pagar a un policía. Pero Ignatius, cada vez que encuentra un nuevo trabajo, trata de llevar a todos sus compañeros, e incluso al jefe, hacia su campo, es decir, trata de buscar “justicia”, siempre vista desde sus ojos, completamente ajenos a lo que hay en la realidad. Todo esto irá desencadenando cada vez más tensión entre el protagonista y el resto del mundo, de tal manera que el hombre se mete en su dormitorio a escribir un libro en el que hace un análisis de la sociedad de su época y critica todo cuanto está al alcance de su mano.
Es una novela muy entretenida, de muy agradable lectura simplemente por la cantidad de acontecimientos importantes que aparecen en tan poco tiempo. No hay demasiada calidad literaria en sus páginas, debido, quizá, a que el propio Toole no tuvo la oportunidad de corregir algunos párrafos. No obstante, su lectura es agradable.
Hay algo que me llamó la atención, tanto como al amigo que me recomendó este libro: Ignatius siempre anda poniendo como excusa, para que no le obliguen a realizar grandes esfuerzos, que tiene una “válvula pilórica”. No sé si sabrán lo que es, pero hasta la fecha no ha habido mucha gente a la que le hayamos preguntado mi amigo y yo sobre el tema y haya sabido exactamente qué es esa válvula. Yo al principio pensaba que se trataba de una enfermedad, pero más tarde me explicaron que es una válvula que todos tenemos en el estómago, en el píloro. Pues bien, esto es lo bueno: ni siquiera los personajes a los que Ignatius les habla de su válvula pilórica, saben lo que es, por tanto el hombre la utiliza con tan sabia intención porque aprovecha la ignorancia de los demás. De esa manera, todos tienen cuidado con él, no vaya a pasarle algo, pero en realidad esa “enfermedad” que él dice tener, es una parte más de nosotros. Es una idea excelente.
Por otra parte, puestos ya a describir el carácter de Ignatius, he de decir que me impresionó bastante también el hecho de que asista al cine para ver películas malas y luego criticarlas. No he visto en mi vida un personaje así, y me ha parecido increíble.
En fin, considero que es un buen libro, lleno de humor y de ironías. Lo recomiendo a todos los que lean esto. Espero que les guste.
Ok. Te gustó a medias un PULITZER . Ok. La litertura no es lo tuyo. Serías un gran crítico de películas de ciencia ficción.