Ya suena el último tango de la noche y tu mirada se hace ligera y efímera. Mueves las caderas al ritmo de tus piernas, con un Martini en la mano, con un cigarrillo en la otra. Decides perderte por el rojo terciopelo del telón entrando en el camerino donde descansa un ramo de rosas. Mientras una lágrima se desliza en tu mejilla, vuelves a añorar el escenario, el tablado de madera donde a paso firme viste culminar tu carrera. Pero ahora el tango es amargo, los escenarios pequeños y el mundo malvado y hostil. Tus lágrimas sólo son calmadas por los licores y los hombres que prometen amarte, pero al llegar la mañana sólo encuentras una cama vacía repleta de incumplidas promesas y una fuerte resaca arrañando tu memoria. Ya no es lo mismo vieja gloria, mientras suena el último tango te dejas deslizar por la ventana con la esperanza de que el suelo te espere duro y frio, como tus noches, como tu vida.
Vaya, no me esperaba ese final jaja. Es curioso. ¿Has visto alguna vez un buen tango bailado? Es increíble…, bien bailado, es increíble.
Ah! Hablando de tangos, ¿has leído ‘Malena es un nombre de tango’, de Almudena Grandes? Te lo recomiendo, seguro que te gusta.
Un abrazo, compañero.
Has visto perita, por eso yo no bailo.
Un abrazo hermano
Hola Jorge.
Pues la verdad es que he visto algunos tangos que otros pero todos ellos de forma amateur, lo que es un buen tango profesional no y te aseguro que es algo que me encantaría.
En cuanto al libro, lo conozco pero no lo he leido. Hace tiempo me topé con él en una libreria y la verdad me llamó la atención el título. Cuando lo lea te diré algo.
Un gran abrazo, camarada.
En cuanto a tí Fran, te doy la razón, somos animales de barra fija.
Un abrazo hermano.