Cesarina Lupati Guelfi fue la esposa de un inmigrante italiano, ella realizó un viaje a la Argentina en el año 1909 y se quedó en el país por 20 años.
En este periodo escribió un ensayo llamado Vida argentina mediante el cual documentó cómo vivían los inmigrantes italianos, en especial en la ciudad de Buenos Aires. En determinada parte habla sobre todo de las costumbres de las damas porteñas:
“La Boca
Un turbio brazo del río penetra entre las casas y forma un puerto sucio, lleno de goletas y bergantines de carga, que se llamó la Boca…)
Vista desde la calle y el puerto, la Boca es una ciudad italiana, vista desde el tren, se parece a una reunión infinita de cabañas de gitanos, en un campo de feria. (…) La Boca llama la atención de toda persona curiosa. En los angostos balcones, las mujeres trabajan, los niños juegan, se balancean algunas jaulas de canario; ante las escalerillas, en pospatios fangosos, que tienen dos metros de lado, las gallinas picotean (…).Desde el Palco
Ninguna señora se atreverá a presentarse dos veces en un palco luciendo el mismo vestido. Cuando no se quiere o no se puede ser elegantísima, se va a la cazuela, donde, como puede comprenderse, nadie se fija en los trajes de los concurrentes. Si por un luto o otra causa cualquiera es necesario suspender sus lujosas presentaciones en público, entonces acude al sistema de ir al teatro ocupando un palco con celosías, lo cual permite ver sin ser vista, como su se estuviese en un convento de clausura.Feministas argentinas
Verdad es que allí se combate todavía con armas corteses: las señoras y las señoritas que se reúnen este año en el congreso femenil no muestran la actitud venenosa ni la exasperación de nuestras feministas, que luchan ya hace tiempo. Son frescas y sonrosadas, elegantes y su arte oratorio, que tiene dejos de charla pajaril, agrada hasta a los hombres (…)
Entre la más atrevidas propagandistas del pensamiento argentino, no recuerdo haber visto una mujer fea y antipática, aun tengo ante los ojos de la imaginación los semblantes jóvenes y graciosos que vinieron a buscarme y darme muestras de su benevolencia, aun sabiendo ¡pobrecillas! Que no militaba yo en sus filas.”
Este artículo cuenta con un fragmento de Vida Argentina de Cesarina Lupati Guelfi.