Gabriel García Márquez – El amor en los tiempos del cólera

Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927), autor de aplaudidas novelas como Crónica de una muerte anunciada y Cien años de soledad, ganador del Premio Nobel de Literatura en el año 1982, está considerado como uno de los mejores escritores hispanoamericanos del último siglo, e incluso se dice que su novela Cien años de soledad —para muchos la obra cumbre no sólo del autor, sino también de la literatura hispanoamericana— es el máximo exponente del realismo mágico, aunque otros sostienen una tesis diferente y se inclinan por Juan Rulfo. Su novela El amor en los tiempos del cólera, publicada en 1985, trata el clásico tema del triángulo amoroso de una manera especial: narra la vida de tres personajes a principios del siglo XX, enlazados entre sí por la mujer.

El doctor Juvenal Urbino, un anciano médico de casi 80 años que goza de gran prestigio, tras descubrir que un amigo con quien jugaba al ajedrez, Jeremiah de Saint-Amour, ha fallecido, vuelve a casa con el olor a almendras en la mente, y poco después, en el intento de atrapar al loro que él mismo había amaestrado por orden de su esposa Fermina, cae de un árbol y muere. A partir de la muerte del doctor Juvenal Urbino, Florentino Ariza, un hombre que de joven leía a la sombra de un árbol sin quitar el ojo de encima a Fermina Daza —viuda del médico—, empieza a recordar toda su historia desde su romance primero con Fermina, pasando por todas las experiencias de su juventud y adultez, hasta llegar al punto de inicio: la muerte del doctor, que revive la esperanza de que su viuda acepte el amor que tuvo con Florentino, amor que fue pausado cuando se casó con el médico. A lo largo de los años, Florentino Ariza ha tenido gran cantidad de experiencias tanto laborales como amorosas, pero en el fondo nunca ha conseguido quitarse de la cabeza su amor hacia Fermina Daza. El recuerdo, hecho en tercera persona por un narrador omnisciente que apenas deja hablar a los personajes y que salta en el tiempo describiendo escenas de la juventud y la vejez de los protagonistas, es una historia común de amores y sufrimientos que, sin embargo, se convierte en una delicada sucesión de escenas tratadas con una sobriedad y una dulzura que contrasta con la crudeza de la vida.

El narrador parece hablar directamente a quien lee la obra, como dos conocidos sentados en un bar mientras toman un café, pero es tanta la variedad léxica y la riqueza en el decir, que el lector queda atrapado desde el primer momento, ya sea por ver las peripecias —simples, pero bien hechas— a que se enfrenta el relator, ya por notar un tratamiento especial de los sentimientos del personaje. En definitiva: un estilo sencillo y sobrio, que no deja ver exageración en el uso del lenguaje, algo muy difícil de conseguir.

A pesar de lo común en una historia sobre un triángulo amoroso, merece la pena adentrarse entre estas páginas, dada la originalidad de la narración. No obstante, no hay que compararla con su gran novela sobre la vida en Macondo, porque se trata de dos mundos y temáticas distintas. Creo que de una parte esta obra y de otra la célebre Cien años de soledad, forman lo más esencial de la biblioteca de García Márquez.