Había amanecido y pronto daría comienzo la batalla. El General sintió frío y bebió un sorbo de café antes de que todo empezara, antes de que llegaran. No había conocido la derrota pero sí la muerte. Había visto como muchos de sus hombres caían sin vida en la arena y en los barros de una patria ajena. Había visto el llanto desconsolado de sus viudas y la risa nefasta de aquellos que sobrevivían. Pero el todavía no había muerto y eso era algo que lo intimidaba. ¿Qué vale una vida? Se preguntó el General, pero su pregunta se perdió en el aire, en el silencio de un valle que pronto se vería infectado de muerte. Sonaron las trompetas y poniéndose en pie besó la foto de su esposa. Mientras caminaba se dio cuenta de que nada de lo que hacía tenía el precio de una vida. La batalla comenzó, pero esta vez, El General se dejó matar.
«Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad.»
ROSA REGÁS (1933) Escritora Española.