Después de abandonar la ciudad a bordo de mis zapatos observé a un nuevo mundo que se abría paso en el horizonte. Junto a mi sombra arrastraba los besos y las pasiones de un sin fin de noches. Nunca hablamos de amor pero un sentimiento extraño envenenó nuestros corazones. Ella lucía radiante las noches de Jazz y Martini. Sonreía, caminaba sin complejos por las lindes de las fiestas. Éramos pobres y felices. Pero ahora, errante y acabado, me pierdo por los bares buscando en unos ojos el sabor a Martini que olvidé en sus labios. Nunca es lo mismo. Pasado este tiempo me he dado cuenta de que sí, de que aquella morenita de ojos acuosos me había robado el corazón, de que estaba enamorado. Y seguí caminando solitario escuchándose sólo el chocar de mis zapatos.
"Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza."
anónimo.