Me lanzo de cabeza al abismo de los bares para olvidar los besos de aquella tarde de abril. Me pierdo por oscuros callejones, entre las faldas de muñecas rotas. Por la comisura de mis labios escapa furtivo el humo de mis cigarrillos y la bruma de la noche. Y la luz de las farolas, simientes de acero que surcan semiparalelas las calles de la ciudad, me incitan a estrellar contra ellas mi coche, poner fin a todo. Y lo pongo, desecho el dolor y la melancolía aferrada, los recuerdos de su cuerpo lozano y acuoso revoloteando entre mis sabanas. Me olvido de su cara y de sus gestos. Y me lanzo a la calle, a los bares, a las farolas, me lanzo al mundo para buscar el calor de un nuevo amor, de una nueva vida. Ya nunca mas volverá la guerra fría.
“La autodestrucción es una de las formas más elegantes para acabar con un viejo amor, resulta ser un acto cobarde y sin sentido, pero es capaz de erradicar incluso tu vida”
Anónimo.
Buenisimo tio, que descubrimiento de frase y que previa mas buena.
Gran verdad marques. Creo que todos nos hemos autodestruido un poco alguna vez, ya sea por estas, o por otras razones que nos obligan a bajar la guardia. Para no variar, nos vemos en los bares.