La dueña de la casa tiembla y retrocede ante el acecho amenazador de la demente que está frente a ella.
—¿Me extrañaste, amiga? —Kenny se vuelve irónica.
—Tú deberías estar muerta —increpa Anabel.
—Pero estoy viva. Viva para cobrarles todo el daño que me han causado. Viva para matarlos
—¡Lárgate de aquí, Kenny!
Anabel se hace de un florero y amenazante lo alza ante su visitante.
—No, Anabel. No me puedes detener tan fácilmente.
Kenny se lanza sobre ella sorprendiéndola, el impulso las lleva contra la pared donde el florero se rompe de golpe.
—Nunca debiste cruzarte en mi camino, Anabel. Ahora pagaras las consecuencias.
Anabel hace un esfuerzo sobrehumano, logrando liberarse de la prisión humana de Kenny. La empuja haciéndola caer de espaldas sobre la alfombra. Mira a Kenny en el suelo y su humanidad llena de miedo sólo le indica su primera idea, y corre escaleras arriba. Kenny se incorpora de prisa echándose tras ella.
—¡Detente maldita!
Anabel corre a toda prisa, encerrándose con llave dentro de su habitación. El miedo la hace arrastrar el mueble con espejo bloqueando la puerta. Los golpes se oyen fuertes cuando Kenny trata de abrir.
—Vete Kenny, vete. Tú debes estar muerta.
Las lágrimas se asoman en los ojos de Anabel, el miedo la hacía temblar, era imposible creer lo que estaba viviendo, pues estaba segura que aquella modelo asesina, ya había muerto.
Mientras tanto Kenny con la furia mostrándose en sus ojos golpeaba con pies y manos la puerta de la habitación de Anabel intentando abrir. Anabel en el interior, sollozando, intentando creer que todo era una mala pesadilla, se recarga sobre el mueble haciendo presión para que la puerta no cediera.
—¡Vete Kenny. Déjame en paz, tú ya estás muerta! Regresa al infierno.
Furiosa Kenny le respondía a gritos del otro lado de la puerta.
—¡Abre! Nunca podrás escapar de mí.
Anabel cubre sus oídos con sus manos para no escuchar las amenazas de Kenny, cierra también sus ojos apretándolos fuertemente. No supo cuantos segundos pasaron así, retira sus manos y se encuentra con un inmenso silencio. Una tranquilidad que pudo disfrutar. Vuelve su vista hacia la puerta, y la encuentra cerrada completamente, respira profundo, se sentía segura.
—No vuelvas nunca —susurra para sí misma.
Un ruido proveniente del jardín la hace poner en alerta. Temblorosa camina hacia la ventana, sólo para descubrir que Kenny trepaba por las ramas de un árbol intentando llegar hasta su ventana.
Con miedo corre tratando de quitar el mueble con espejo que obstruía el paso a la puerta. Cuando por fin logra liberarse del mueble, Kenny ya estaba dentro de la habitación. Abre la puerta de prisa para no ser alcanzada por Kenny, corre con todas sus fuerzas.
—Te voy a matar, Anabel. De mi no escapa nadie.
Anabel con pavor resbala justo al intentar bajar las escaleras, rueda estrepitosamente golpeándose por todo el cuerpo. Anabel queda en el suelo sin sentido, parecía muerta. Kenny al observar el accidente, camina despacio hacia ella, la mira inmóvil, observándola con contemplación.
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