Se acerca a ellas una amiga de Renata que llevaba de la mano a una niña abrazando a su muñeca.
—¡Susy, que gusto me da verte! —Renata saluda a su amiga. —Que hermosa está tu hija, y que limpiecita. La mía es un perfecto diablillo. —Renata se agacha a acariciar a la hija de su amiga —Ven a jugar con Kenny, van a ser buenas amiguitas.
La pequeña se acerca a Kenny, pero esta la recibe con un empujón haciéndola caer al lodo, su muñeca se rompe al caer al suelo.
De un parpadeo aún sobre el césped y con la rosa blanca en sus manos, da vuelta a sus recuerdos, de niña en su hogar, sus padres discutían mientras ella los escucha escondida tras una mesa.
—¡Siempre es lo mismo, ya no te soporto! —le grita Renata a su marido.
—Ni yo tampoco. Ya estoy harto de la misma situación. Entiéndelo, ya no te amo.
—Es muy fácil decirlo. ¿Y nuestra hija qué?
—¡Quédate con ella! Pienso tener mis propios hijos con la mujer que en realidad amo.
—¡No! Eso nunca. No te vas a desobligar de ella.
—Te daré dinero para que la eduques, pero yo no cargo con ella.
La pequeña Kenny sale de su escondite sin ser vista por sus padres, corre hasta llegar con su mascota, un pequeño perro al cual abraza, con lágrimas en los ojos.
Todo da vueltas a su alrededor. Acaricia la rosa blanca, aun sentada sobre el césped en el jardín del manicomio. Su mente regresa a la adolescencia, saliendo de la secundaria con su uniforme y los libros en sus brazos, se encuentra con su novio, un adolescente. Ella se acerca a abrazarlo pero este la detiene impidiéndoselo, tal rechazo llena a Kenny de confusión.
—¿Qué sucede, Toño?
—No se cómo decírtelo. Pero lo nuestro ya no puede continuar.
—¿Qué estas diciendo? ¿Por qué?
—Tu amiga Lorena, está esperando un hijo mío.
Los ojos de Kenny se inundan de llanto.
—¿Por qué? ¿La amabas más que a mí? ¿Cómo es ella?
—Es bella como las estrellas y sagrada como una diosa.
Un relámpago nubla su memoria, se ve inconsciente sobre la camilla que se desliza a toda prisa empujada por paramédicos por el pasillo del hospital. Aún llevaba puesto el uniforme escolar. Adolescente enamorada, su cerebro repetía continuamente la palabra: Te amo.
—Un intento de suicidio —se escucha la voz de una enfermera. —Tengan listo lo necesario para un lavado de estomago, rápido.
Regresa de golpe a la realidad, su mirada observa a su alrededor, a lo lejos por el pasillo, una enfermera empuja un carrito con charolas de comida. Discreta observa que nadie la vigile, se dirige a la cocina sigilosa. Rápidamente abre todas las llaves de gas en la estufa, abre las llaves de gas que envían la calefacción a los cuartos, asegura las ventanas que permanezcan cerradas, toma una caja de cerillos que estaba sobre la mesa y regresa al patio tratando de no llamar mucho la atención.
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