Ella le quería mucho, pero su miedo al rechazo nunca la dejó actuar. Irene era una de esas niñas que quieren tener todo, sin preocuparle lo demás, no se inmutaba de lo pasaba a su alrededor, ella quería pasear con sus mejores vestidos, reír y ser tan cursi como sus amigas. Ni siquiera se daba cuenta de lo que pasaba en su casa, sus padres estaban realmente “jodidos” las cuentas no llegaban a fin de mes, su madre hacia todo por darle lo que ella deseaba,pero no podía hacer más. Irene notaba algo diferente, su ropa estaba “pasada de moda” y se extrañaba de que su madre no le diese para consumir.
Era su pequeña princesa pero no tenia para darle, tenían lo justo para comer. Al enterarse Irene, se sorprendió, ya no tendría lo que había tenido hasta ahora. Comenzaron a nacer sentimientos que ni ella misma entendía era una especie de desamparo sin explicación. Pensaba en todo lo que había trabajado su madre para poder darle todos sus caprichos de niña.
A Irene se le cayo el mundo al suelo, ¿cómo podía haber sido así con ella?
Ya no quería ser la niña mejor pintada, ahora tan solo pensaba en estar con su familia en estos momentos, aunque no pudiese hacer mucho, todo lo aportaba. Había madurado de una forma grandiosa .Se había echo fuerte o quizás fue eso lo que pensó…
Todas las noches llorando se acostaba por no tener las cosas insignificantes que deseaba, era un duelo de sentimientos donde no podía dar la cara.
Se sentía avariciosa por desear, querer, apetecer, ansiar…