Buenas tardes, queridos lectores. Bienvenidos todos a la sesión del jueves, a las Citas Caprichosas. Hoy os voy a hablar de un tema que me interesa con creces, cada vez más, y que nunca dejará, supongo, de interesarme, como también es evidente que les interesará a ustedes. Hablo, ni más ni menos, de la libertad. ¿Cuánta gente hay por ahí que desea ser de una u otra manera libre? ¿Cuánta gente, ay, de ser libre de sus presiones, de sus agobios, de su estrés, o bien de su familia los menores, o bien de sus rejas, entendiéndose éstas de todas las maneras posibles? Mucha, mucha gente hay así, mucha gente que anhela poder hacer lo que desea y no puede. Para eso, contamos hoy con la ayuda de una cita que he recogido, por vez primera, y no por última, del cine. Se trata de un breve discurso que emite el personaje de William Wallace, interpretado por Mel Gibson –por eso el título–, en la famosa y asombrosa película Braveheart.
La cita que he recogido es el discurso que da antes de luchar en un momento decisivo de la película el personaje principal, ese momento en que todos los espectadores y fanáticos del cine sienten escalofríos por segundo. Ese mensaje sirvió de mucho en la película, pero también sirve de mucho para lo que estamos hablando hoy.
Cuánta gente habrá por la calle que camine libremente, y no pueda libremente sentarse en un banco porque hay algo o alguien que obliga a seguir adelante. Cuánta gente habrá que no pueda sentarse tranquilamente a ver la televisión en su propia casa, porque tiene demasiado trabajo. ¿Acaso no quiere la gente dejar de trabajar, poder sentarse a ver la televisión, o dejar de caminar por la calle en dirección a la oficina y poder sentarse en un banco a ver, con gusto, cómo comen las palomas? Hay demasiada gente así, y cada vez hay más, por desgracia. El ritmo del trabajo actual no nos deja vivir. Y eso que yo soy estudiante, orgulloso que estoy de serlo aún, y orgulloso que estaré cuando termine mi carrera, pero hasta yo mismo me siento mal muchas veces cuando voy por la calle y veo que los bancos de los parques están vacíos. ¿Acaso no se hicieron los bancos para sentarse? ¿Por qué siempre, repito, siempre están vacíos? Pase a la hora que pase, conozco un sitio en el que los bancos siempre están vacíos, no hay un solo día en que pase por allí, y paso todos los días, y vea a alguien sentado, disfrutando del frescor de la tarde, de la brisa del amanecer.
Y cuánta gente, por el contrario, hay por ahí, y también por aquí –que también los hay muy cercanos–, que ansían tener libertad y poder salir a la calle, vivir la vida, disfrutar de la juventud, notar esa sensación de control sobre sí mismos. Esa gente joven que, con dieciocho años, aún depende de la hora límite que tengan establecida, por defecto, para las salidas nocturnas.
Ojalá el mundo dejara de ser como es. Vamos a terminar mal. Conozco a una persona que dijo un día que la depresión va a ser la enfermedad del siglo XXI, y estoy completamente de acuerdo con esa opinión. Ojalá el ser humano deje de ser como es, y podamos llegar a notar que somos libres, que podemos hacer lo que queremos y no lo que no hay más remedio que hacer. Mientras tanto, para aliviar las desgracias que se pueden presenciar por las calles, al menos, de mi tierra, y supongo que en las demás también, tenemos la literatura, tenemos las citas que hablan por sí solas y que nos ayudan a reflexionar.
Espero que les guste la cita de esta semana. Un placer, por mi parte, hablarles de nuevo.
“Luchad, y puede que muráis. Huid y viviréis… un tiempo al menos. Y cuando estéis en vuestro lecho de muerte dentro de muchos años, ¿no cambiaréis todos los días desde aquí hasta entonces por una oportunidad, sólo una oportunidad, de volver aquí y decir a nuestros enemigos: «Pueden quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán… ¡la libertad!»?”
Personaje de William Wallace en Braveheart.
Muy buena frase Jorge, !Sí señor¡. Una cita estupenda de una película genial. Muy bien. Me encanta este post, sigue así camarada.
Un abrazo.
Vaya! Cuánto tiempo hacía que no recibía palabras tuyas, compañero del alma -compañero-. Me alegra que te guste el post de esta semana, no sabes cuánto agradezco ese tipo de comentarios, jeje.
Un abrazo.