Los tres volteamos los muebles, movimos todo lo removible, no había vestigios de Elisa Carpe por ningún lado, y agradecí internamente por ello. De pronto, mientras buscaba en la chimenea, con las manos pude escarbar entre las cenizas y palpé un forro de cuero duro. Mi corazón dio un vuelco de emoción al ver el viejo libro apolillado que en mis divagaciones ya conocía. Por fin lo tenía en mi poder.
10
Encerrado en la biblioteca de mi casa, pude leer un poco de ese libro tan codiciado por esas aberraciones, se trataba de un perfecto manual de vida hechicera. Rituales de procreacion, y maldiciones. Consumir vida para vivir. Una procreación entre su misma especíe, brujos y brujas solo podran dar vida a sangre pura, más sin embargo el veneno de la sangre maldita puede dañar a los humanos conviritiendo a los poseidos en sus esclavos, seres que les serviran para realizar su maldad y al final ser consumidos y vaciados cuando ya no requieran de utilidad para los fines de esos engendros.
Oprimí mis ojos cansados de leer, recargando un poco mi espalda en la silla, para brindarme una ligera sensacion de alivio, observé aún sobre el escritorio la cadena de oro con el dije de media luna, acariciando con mis dedos el trozo de metal que algún día llevó mi madre, pude traer a mi memoria su olor, me inhundo un instante de inmensa tranquilidad sorbiendo aquel aroma mientras frotaba el dije, como si fuera corriente electrica mi cerebro conectó el aroma con los recuerdos de infancia, mientras mi imagen infantil se fundia en el regazo de mi madre acariciando mi cabello.
Autor: Martín Guevara Treviño
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