La puerta estaba abierta, así que me fue facil introducirme y observar, ¿Qué buscaba? Ni siquiera lo sé. Pero de pronto ahí estaba algo que me llamaba, se trataba de un papel sobre el peinador de Simona que se movía poco a poco como si un viento ligero le soplara. Al tomarlo en mis manos pude reconocer la carta extraviada de Isabel Cristina, aquella misiva que me habia hecho descubrir la llegada de las brujas a éste territorio. Infinidad de interrogantes daban vueltas dentro de mi cabeza, ¿qué estaba haciendo esa carta en la habitación de la vieja Simona?
—Ese papel es tuyo.
La voz firme de Simona me hizo estremecer, entró en la habitación y acercandose a mí me invitó a sentarme junto a ella en un largo sillón que contenía su recamara. Con la mirada traté de disculparme por haber entrado en su habitación a husmear, pero con una ligera sonrisa me dio a entender que no me apurara por eso.
—Todo el pueblo está consternado —prosiguío ella—. Las brujas han regresado. Pero lo peor está por venir, Marco. Cuando el cielo llore estrellas, y la luna desaparezca, el día obscurecerá por completo. Eso significará que los demonios estarán sueltos, las brujas seran el medio para echar a perder las almas humanas. Buscaran la sangre de los vivos para crear sus aliados. Cuando un humano esté infectado por ellas, habrá perdido su alma, y ellas habran ganado un aliado… pero eso solo sucedera hasta que la noche obscurezca por completo.
Autor: Martín Guevara Treviño
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