—¿Quién es realmente usted? ¿Por qué conoce las causa de la muerte de mi tío?
—Por que tú y yo nos conocemos. Pero me haz borrado de tus recuerdos.
Como una centella apareció su rostro en mi cerebro. Empuñando una pistola, vestido con sus hábitos religiosos, disparando contra una niña indefensa. No había duda, era él, aunque en aquel entonces un poco más joven, asesinando sin contemplación a una pequeña.
—Usted. ¡Usted es quien asesino a esa niña!
—No era una niña. Era una bruja.
—Pero era una pequeña —espeté—. Y usted disparó contra ella sin piedad.
—No era piedad lo que merecía. Cobijada en sus artimañas trató de engañarte para salvarse, y por poco lo logra.
—Usted huyó como un loco… con un libro en sus manos.
—Me temo que por eso han regresado. El libro del conocimiento de la maldad, lo usan las brujas como su biblia. Pero rinden tributo a Belial, a costa nuestra. Ya que las almas buenas y las vidas humanas son las que se presentan en sacrificio para la maldad.
—¿Y dónde esta ese libro por el cual han regresado?
—Siempre has estado cerca de el.
El asombro se apoderó de mí, y el nerviosismo comenzó a hacer acopio de mi ser.
—Ese libro —continuó su relato—, lo dejé en manos de un general de batalla. Y él mismo lo dejó a cargo de un entrañable amigo suyo.
—¡El General Garza Medina! —la lucidez comenzaba a abrir espacio en mi mente—. Dejó ese libro a cargo del tío Camilo.
Autor: Martín Guevara Treviño
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