Escucho el característico crujir de la puerta principal de la tienda al abrirse. Don Tereso, un señor de edad avanzada, pero con fuerzas suficientes para seguir trajinando, se presenta ante mi, en este ritual quincenal de su compra de tequila.
—Buenos días, joven Marco. —saludó con su voz carrasposa—. ¿Ya se enteró de lo acontecido ayer?
Atendí el saludo y respondí con una negativa de mi conocimiento. Algo relevante había ocurrido en la ciudad y yo no me había dado cuenta aún. Tomé uno de los ejemplares del diario Zócalo que se encontraba para la venta. Mientras escrutaba las páginas del periódico, Don Tereso se adelantó a proporcionarme la información. Con toda solemnidad y misterio su voz llenó mis oídos de esa información nociva.
—Encontraron a un joven sin vida a orilla del río. —dijo el anciano—. Comentan que es un paisano buscando su sueño americano. Pero fue asesinado —mi sorpresa iba en aumento—. Ya ve como es la gente, dicen que se lo chupó la bruja. Lo encontraron flaquito como un palo. Al parecer sin sangre en el cuerpo. Cuentan que todo sucedió anoche, en medio de la tormenta. Y con eso que el río se desbordo y estamos en alerta roja, no hay pistas ni huellas.
—Seguro ha de haberse ahogado con la creciente.
—No. Los malos tiempos han vuelto, joven Marco. Usted mejor que nadie lo sabe. —el viejo clavó su mirada en mí—. Ayer tarde, oficiaron misa a un asesinado, con las mimas características. Y lo trataron de mantener oculto, pero ya ve usted, aquí la gente se entera de todo.
Autor: Martín Guevara Treviño
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