Bordeaux de Letúè
Cuando se dispuso a trabajar en sus vacaciones, el escritor Jean Pierre Bordeaux de Letúè, mas conocido como «El Tano», decidió vender el libro que el mismo había escrito hace un tiempo atrás y tuvo la posibilidad de publicar.
El primer interrogante que se le genero cuando emprendió esta difícil empresa fue saber si un escritor podía vender mano a mano su obra.
Se planteaba entonces, internamente y en voz baja, situaciones como:
· “Si al cliente o clienta, no le gusta mi libro va a decírmelo en la cara, que vergüenza! Yo he comprado libros aburridos y horribles pero nunca he tenido la posibilidad de decirle al autor lo poco que me gustó su obra”
Acto seguido, el poeta, con esa ultima ración de confianza que tienen los que no creen tenerla, se planteaba posibles soluciones al planteo inical.
Se preguntaba por ejemplo, mientras se enrulaba la barba:
primero: ¿por qué no ha de gustarle?
Segundo: en caso de que no llegue a gustarle, no va a leer todo el libro antes que yo termine mis vacaciones, lo cual no le va a permitir escupirme en la cara su sentencia sobre el tomo.
Tercero: ¡ma´ si! Seguro que le va a gustar, tal vez hasta sea un editor, me compre la obra y me pare de una vez!
A veces la imaginación del escriba era millones de veces mas volátil que su percepción de la realidad.
Convencido entonces de que el negocio iba a prosperar, el “tano yanpier” (fonética barrial aplicada) o menos conocido como el Señor Bordeaux de Letúè comenzó a improvisar técnicas de marketing para que su venta comience a tener éxito.
Como era de esperarse, sus nulos conocimientos en el tema llevaron a que las primeras técnicas de venta fueran un fracaso rotundo.
Nunca pensó, por ejemplo, que hacer un circulo de fuego alrededor de los libros desparramados sobre la vereda de la calle principal iba a generar el grito desesperado de una pirófoba veterana y el seguido arribo de bomberos y policías al lugar del escándalo.
Salvándose del arresto, se propuso intentar una táctica minimamente superadora, el escritor se proponía por lo menos no atraer a las fuerzas publicas de seguridad.
Convencido una vez mas de que esta seria un infalible llamador de clientes, contrató a dos músicos callejeros para que tocaran al lado de su puesto de libros, así la gente se frenaría y se impactarían con su amistosa intervención al grito de “Gracias, gracias, muchas gracias por acercarse a mi puesto de libros, lean y lean sin compromiso de compra”
Por supuesto que la bronca que en los oyentes provocó esa interrupción de la orquesta se tradujo en un desprecio sin piedad hacia el escritor y todo lo que le perteneciera.
Gritos, insultos, abucheos y abandono de lugar fue lo que consiguió aquel poeta con escasos recursos en venta.
Los músicos, a su vez, lo miraban de reojo y con los seños fruncidos, pero esa intervención estaba pactada en el contrato así que no podían agregar ningún comentario a la desdichada situación.
De todas maneras, los músicos fueron alcanzados a oír por el dueño de un bar, quien los contrató como grupo estable durante toda la temporada.
Así gastaba el tano su tiempo, inventando slogan, spot, y cualquier cosa que lo hiciera vender su libro.
Una vez, cuentan, pasó cuarenta minutos parado sobre sus manos al lado de los libros tratando de hacer creer a los peatones que estaba sosteniendo el mundo por que un fenómeno climático iba a elevar la tierra hacia el espacio exterior, por lo que debían aprovechar para comprar su libro antes que perdiera la fuerza y el mundo vuele.
También puso un cartel que decía: “Libro: U$S 100. Hoy 97% de descuento” u otro que decía “Tenga usted el placer de llevarse un libro con la firma de un autor AÚN no consagrado. Sí! Leyó bien. AUN”
Del tano no saben nada en el barrio y mucho menos del destino de sus ejemplares.
Lo ultimo que llegó de él fue una carta diciendo:
“muchachos, no se preocupen, estoy a punto de pegarla.”
Algunos enemigos de las ilusiones comentan que es la misma frase de hace 16 años cuando emprendió su travesía con el objetivo de agotar su primera y unica edición de cien ejemplares…
Lo he visto al «TANO» , tantas veces de cabeza, vendiendo su libro , que se me hace insoportable que aun no sea tan leido.
(pero lo leen )y hay quienes lo disfrutamos ,no solo por disfrutar del arte de la literatura , si no, por caer en la belleza de lo que dice (y de lo que no dice tambien).
Rodrigo (mi ex gordo Rodrigo),ENCANTADOR!!!! , como siempre.
vieja,muy bueno lo ultimo q has escrito,cada vez mejor cinceramente,estoy viendo tus ides mas redondas y estas empezando atener la capacidad de transmitir a la gente lo q enebras en la cabeza y de aguja usas la lapicera segui asi,aguante el tano,el no tuvo la suerte q vamos a tener nosotros o q ya tuvimos nosotros,x lo menos ya no nos quedan libros y nuestras ideas se han esparcido,y no fueron pocas 150 es un lindo numero,seremos tanos pero no somos los unicos.tkm