Siento sobre mis dedos el crujir de las llaves al penetrar en la cerradura, giro la muñeca suavemente, abro la puerta, entro en casa y un calor a caballo entre el sofoco y el placer se hace cargo de mis sentidos. Camino lentamente, dejo las llaves en la mesa de la entrada, acompañadas de mi teléfono móvil y mi cartera, cierro la puerta, me veo con intimidad en casa. Voy a la nevera, saco una lata de cerveza bien fría y me siento el sofá a esperar que pase el tiempo. Tiro de la chapa y me estremezco al escuchar el susurro placentero de la cerveza liberada de su presión, y entonces bebo, sorbo a sorbo, cada gota de bienestar, cada trago de tranquilidad que habita dentro de su cuerpo, rubio, esbelto y refrescante. Cierro los ojos y disfruto del sabor. Esto es arte.
“La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos”.
Jean Alambert
que gran verdad!