Quisiera poder amasar la realidad entre mis manos, abrazarla, tocarla con las yemas de mis dedos, sentirla entre los cinco pilares de las dos extremidades más útiles de mi cuerpo, apretar las manos y estimular la curiosa y dichosa realidad, y así comprobar si de verdad eso que soy capaz de ver y sentir es lo mismo que lo que soy capaz de tocar y apretar. Quisiera poder darle forma a los sentidos, y que no se estremecieran con el repiqueteo incesante de los placenteros chirridos de un violín, y que no causasen en mí el efecto que causan los acordes, pero la realidad es así, intangible e inmutable, y del mismo modo que llenan mis oídos las invisibles ondas sonoras de las cuerdas de un violín, así también puede llenar mis manos, sedientas de palpar la verdad, un pedazo de barro y una máquina giratoria.
“El jarrón da forma al vacío y la música al silencio”.
Georges Braque