Despierta, despierta… oigo cómo esas voces me susurran al oído que tengo que salir de mi más profundo y placentero sueño, que tengo que despedirme de esa sensación de tranquilidad absoluta, que tengo que olvidarme de estar abrazado a un confidente que no me responde.
Despierta, despierta… son las voces que me suplican que salga ya de mi cama, que deje de pensar en el pasado y vuelva los ojos hacia el futuro, hacia el día de hoy, hacia lo que va a pasar desde que ponga por primera vez en el día los pies en el suelo. Pero no quiero despertar, quiero quedarme en silencio, a solas con mi confidente secreto, a solas con mis secretos confidentes. Quiero respetar el sonido que agarra con sus zarpas mi alrededor, mi habitación, el mundo paralelo en el que todos vivimos durante unas horas al día. Prefiero vivir en silencio el día de hoy, hablar no vale la pena, prefiero pensar…
Despierta, despierta… prefiero dormir…
“Hablar es el arte de sofocar e interrumpir el pensamiento”.
Tomás Carlyle