El escritor y famoso periodista Barrett llega a Buenos Aires en el año 1903. Junto con sus marcadas ideas libertarias y anarquista se encontraba escapando de un escándalo que había generado en España. A continuación te damos un fragmento de sus Obras Completas en las que describe a Buenos Aires como un lugar progresista y oscuro. Luego de pasar por esta ciudad decide instalarse en Paraguay, en donde crea la mayor parte de su obra.
“El amanecer, la tristeza infinita de los primeros espectros verdosos, enormes, sin forma, que se pegan a las altas y sombrías fachadas de la Avenida de Mayo; la vuelta al dolor, la claridad lenta en la llovizna fría y pegajosa que desciende de la inmensidad gris; el cansancio incurable, saliendo crispado y lívido del sueño; el húmedo asfalto interminable, reluciente, el espejo donde todo se resbala y huye, los muros mojados y lustrosos, la gran calle pétrea, sudando su indiferencia helada: la soledad donde todavía duermen pozos de tinieblas donde ya empieza a gusanear el hombre.
Chiquillos extenuados, descalzos, medio desnudos, con el hambre y la ciencia de la vida retratados en sus rostros graves, corren sin aliento. Cargado de Prensas, corren, débiles bestias espoleadas a distribuir por la ciudad del egoísmo la palabra hipócrita de la democracia y el progreso, alimentada con anuncios de rematadores. Pasan obreros envejecidos y callosos, la herramienta a la espalda. Son machos fuertes y siniestros, duros a la intemperie y al látigo. Hay en sus ojos un odio tenaz y sarcástico que no se marcha jamás. La mañana se empina poco a poco, y descubre osas sórdidas y sucias amodorradas en los umbrales, contra el quicio de las puertas. Los mendigos espantan las ratas y hozan en los montones de inmundicias. Una población harapienta surge del abismo y vaga y roe al pie de los palacios unidos los unos a los otros en la larga perspectiva, gigantescos, mudos, cerrados de arriba abajo, inatacables, inaccesibles.
Allí están guardados los restos del festín de anoche: la pechuga que deshace su pulpa exquisita en el plato de China, el champaña que abandona su baño polar para hervir relámpagos de oro en el tallado cristal de Bohemia. Allí descansan en nidos tibios terciopelos las esmeraldas y los diamantes; allí reposa la ociosidad y sueña la lujuria, acariciadas por el hilo de Holanda y las sedad de Oriente y los encajes de Inglaterra, allí se ocultan las delicias y todos los tesoros del mundo. Allí, a un palmo de distancia, palpita la felicidad. Fuera de allí, el horror y la rabia, el desierto y la sed el miedo y la angustia y el suicidio anónimo.”
Este artículo cuenta con un fragmento extraído de Obras completas de Rafael Barrett