Andrés Neuman nació en Buenos Aires en 1977. Su primera novela, Bariloche, apareció cuando el autor aún contaba 22 años y fue nada menos que finalista del Premio Herralde y elegida entre las 10 más destacadas del año por El Cultural del diario El Mundo. Su segunda novela, La vida en las ventanas, fue finalista del Premio Primavera; su tercera novela se tituló Una vez Argentina; y tras varios puestos finalistas, la cuarta novela resultó ganadora del Premio Alfaguara 2009, votada como una de las cinco mejores novelas del año por críticos de El País y El Mundo, y además galardonada con el Premio de la Crítica. También ha recibido el Premio Tormenta al mejor libro publicado en 2009.
El viajero del siglo (Alfaguara, 2009) cuenta la historia de Hans, un viajero que detiene su trayecto en la ciudad de Wandernburgo, una ciudad con forma de laberinto situada entre Sajonia y Prusia. Al día siguiente, en la Plaza del Mercado, conoce a un organillero que se gana la vida amenizando las calles de la ciudad, y a partir de ahí entablan una gran amistad que prolongará la estancia de Hans en la ciudad durante mucho tiempo. A su vez, conocerá a varias familias acomodadas y a Sophie, hija de una de las familias, a punto de casarse. Con ella compartirá cafés, tertulias semanales y una estrecha relación. La novela es en sí misma un diálogo entre la narrativa moderna y la decimonónica, entre el mundo del siglo XXI y el del XIX: es, en definitiva, la visión de un hombre del siglo XXI acerca de lo que se vivió dos siglos atrás.
Son interesantes de esta novela varios aspectos. En primer lugar, el manejo del diálogo: el autor reconstruye el ambiente decimonónico de las tertulias y los problemas sociales, políticos, filosóficos y literarios del momento, problemas reflejados en diferentes personajes que expresarán su opinión y quedarán a la espera de la intervención de otro interlocutor. Por otra parte, el estilo, si bien está lleno de cadencias en puntos y seguidos que forman frases demasiado cortas en ocasiones —muy seguidas, lo cual a veces impacienta al lector que busca algo más en la expresión—, está cargado de pinceladas poéticas: un amanecer, la entrada de la luz del sol en la habitación de la pensión, un sentimiento, una mirada, todo se vuelve delicado en muchas de las frases de tono lírico que emplea el narrador. Y finalmente, los personajes están bien trazados, son muy complejos y manifiestan su inquietud ante determinados aspectos de la vida, lo cual conduce al lector a simpatizar con un personaje u otro.
Entre muchos otros datos destacables, como los temas de cada conversación —cada uno de los cuales tiene miga—, esta novela contiene muchos asuntos importantes sobre los que cada lector podría detenerse a reflexionar. Es una novela muy interesante, bien escrita, merecedora de los premios que ha recibido, y su lectura es tan agradable que parece no exceder de las 500 páginas. Como ha dicho Roberto Bolaño sobre este autor: «La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre».