El jardín de un patio es como la vida misma, comparable a todos nuestros sentimientos, descriptible como nuestro físico, pero abstracto como nuestra alma, como nuestro pensamiento. Nos da picores, como nos los da el corazón cada vez que nos acercamos a nuestros más íntimos deseos; nos da alergia, a algunos, como cuando besamos dos labios amados a los que se ha echado de menos, que nos hace derramar lágrimas; nos pinta de verde, como la intimidad entre las sábanas y entre los lazos de amor; y sobre todo, decora nuestra vida, como decora la hermosa imagen de nuestra musa frente a nuestros ojos, en nuestra cartera, en nuestra mente, en nuestro recuerdo, en nuestro corazón, en nuestro día a día, en nuestro tiempo, en nuestros deseos…
“Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas”.
Proverbio turco.
Una frase muy bonita y cierta como la vida. A veces merece la pena sufrir un poco y saber que al final de ese sufrimiento encontraremos un gran tesoro, algo que admiramos y amamos.
Un abrazo.
Muchas gracias, Sol. Siempre llevaré esta frase en mi corazón, creo, pues no hay tantas que dejen tan buena sensación. Tanta filosofía es la que da esta frase…
Un abrazo.