Cabeza de Vaca fue protagonista de muchas hazañas en tierras americanas cuando empezaba el siglo XVI, su viaje a pie del sur de Estados Unidos y e noroeste de México, el cruce de la selva amazónica y la marcha por tierra y agua desde Asunción hasta el Matto Grosso. En su libro “Naufragios” nos cuenta las primeras observaciones etnográficas de los pueblos indígenas del Golfo de México. Te presentamos algún fragmento del trabajo:
“Los indios me dijeron que yo fuese a curarlos (…) y cuando llegué cerca de los ranchos que ellos tenían, yo vi al enfermo que íbamos a curar que estaba muerto. (…) Halle al indio con los ojos envueltos y sin ningún pulso, y con todas las señales de muerto, según a mí me pareció, y lo mismo dijo Dorantes (…) y después de santiguado y soplado muchas veces, me trajeron su arco y me lo dieron (…) y a la noche se volvieron a sus casas y dijeron que aquel que estaba muerto y yo había curado en presencia de ellos se había levantado bueno y se había paseado, y comido y hablado con ellos, y que todos cuantos había curado quedaban sanos y muy alegres.
(…) En aquella isla que he contado nos quisieron hacer físicos sin examinarnos ni pedirnos los títulos, porque ellos curan las enfermedades soplando al enfermo, y con aquel soplo y las manos echan de él la enfermedad y mandáronnos que hiciésemos lo mismo y sirviésemos en algo: nosotros nos reíamos de ellos, diciendo que era burla y que no sabíamos curar, y por eso nos quitaban la comida hasta que hiciésemos lo que ellos nos decían. En fin, nos vimos en tanta necesidad, que lo hobimos de hacer, sin temer que nadie nos llevase por ello la pena.
(…) La manera en que nosotros curamos era santiguándolos y soplarlos, y rezar un “Pater Noster” y un “Ave Maria”, y rogar lo mejor que podíamos a Dios Nuestro Señor que les diese salud, y espirase en ellos que nos hiciesen un buen tratamiento. Quiso Dios Nuestro Señor que todos aquellos por quienes suplicamos, luego de que los santiguamos, decían a los otros que estaban sanos y buenos.
(…) En todo ese tiempo nos venían de muchas partes a buscar y decían que verdaderamente nosotros éramos hijos del sol. Dorantes y el negro hasta allí no habían curado, mas, por mucha impunidad que teníamos, viniéndonos de muchas partes a buscar, venimos todos a ser médicos, aunque en atrevimiento y osar acometer cualquier cura que yo más señalo entre ellos, y ningún jamás curamos que no nos dijese que quedaban sano”.
Este articulo cuenta con fragmentos de Naufragios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.