El libro del que voy a hablar este domingo corresponde a una de mis escritoras favoritas: Almudena Grandes. Su título, Atlas de Geografía Humana, es uno de los que llevo persiguiendo desde hace tiempo, cuando, en una librería, mirando títulos, me topé con éste y con su dedicatoria, «A Luis, que entró en mi vida y cambió el argumento de esta novela. Y el argumento de mi vida». No lo compré en aquel momento, y desde entonces, ha ya unos siete meses, en el verano pasado, lo tenía entre cejas, hasta que en febrero del año que transcurre lo leí por fin.
La historia gira en torno a un grupo editorial que se dispone a publicar un Atlas por fascículos, un atlas de geografía que, debido a un problema con una colección que publica antes Planeta deagostini, deciden llamar “de geografía humana”, un título que, sin duda, tiene una relación absolutamente intrínseca con la relación de las cuatro mujeres protagonistas de la novela con el mundo que las rodea. Las protagonistas, Ana, Marisa, Rosa y Fran, cada una con su historia y cada una con sus secretos reservados, son cuatro compañeras que trabajan, cada una en su campo, sobre la colección en cuestión. Pero, sin embargo, todas comparten una edad significativa: todas están rozando los cuarenta años, en ese momento de la vida en que uno se pregunta qué ha hecho exactamente con sus días anteriores y qué sucederá en lo venidero. Entonces es cuando el espléndido verso de Jaime Gil de Biedma, «ahora que de casi todo hace ya veinte años», que la autora incluye en la cita de presentación, surte verdadero efecto y empieza a tener sentido para las cuatro protagonistas, que reunirán en primera persona sus vivencias personales, sus conquistas y sus errores vitales de todos los años que han pasado.
He de decir, sin embargo, que no ha sido la mejor lectura de la biblioteca de Almudena Grandes, pero no me ha resultado, para nada, una experiencia aburrida, pues sólo con su forma de narrar, de describir y de nombrar los sentimientos de mil maneras diferentes, cautiva al lector desde el principio. Esas parrafadas largas en las que describe un solo sentimiento, quizá el amor, quizá el sexo, quizá la tristeza o quizá la alegría, la emoción o el llanto, como tantos otros sentimientos, son tan propias de Almudena Grandes que en cuanto comencé este libro me dije que sería una experiencia amena.
Pero, insisto, es un buen libro, con mucha carga emotiva —supongo— para cualquier persona de cuarenta años, y con un estilo fuertemente marcado por el modo de narrar que arriba he mencionado. Seguro que cada persona encontrará en este libro algo distinto, alguna vivencia relacionada a algún momento pasado de su propia vida, algún sentimiento compartido con uno de los personajes. Ha sido, digo, una lectura amena, interesante, y no es, para nada, un desperdicio. Léanlo, lo recomiendo. Quizá descubran un mundo nuevo y puedan reflexionar sobre qué están haciendo con su vida. Todos los libros sirven para algo, y este no iba a ser menos.
«Ya sé que parece imposible, que es increíble pero, a veces, pasa».