Sentados a la orilla de la playa en estos últimos días de verano, unidos, engatusados, me pediste una frase bonita, que te llenara el corazón, que te encendiera las mejillas, y no supe qué decir, ni qué hacer, más que besarte. Recordé entonces que era martes, y que tenía que hablarte de algo: de tu belleza. Quise hacer memoria para decirte aquella frase que me pediste, y no logré encontrar la adecuada, así que desnudé mi alma y dije algo de lo que después me sentí orgulloso. No me supiste expresar tu recepción, como yo no supe expresar mis sentimientos. Entonces, me contenté con poder mirarte a los ojos, a la cara, y poder conservar aquel momento.
“La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla”.
Hermann Hesse.