Estaba yo, por aquellos negros tiempos, prendado de una mujer, cruel mujer, y llegaron a rodar lágrimas por mis mejillas. Es la sensación que todo el mundo experimenta alguna vez, efímera en ocasiones, duradera en otros momentos y para ciertas personas de corazón dolido por los sentimientos del amor, o mejor dicho, del desamor. De desamores trataba la frase que un día, lunes, leyó la amada en ese invento de internet llamado Messenger, o mensajería instantánea, y rezaba con una serenidad, pero a su vez, con una solidez y una penetración dentro del corazón ajeno, de esta misma manera:
“Dejaré de amarte el día en que un pintor sea capaz de pintar sobre su lienzo el sonido de una lágrima al caer”.
Anónimo.
Nunca supo quién la había escrito, ni si realmente fue como la reprodujo su memoria, nunca se dio cuenta del verdadero impacto, pero al final supo que le dolió.