Juan Marsé – Rabos de lagartija

Juan Marsé, escritor perteneciente a la llamada Generación del 50 y más concretamente a la Escuela de Barcelona, nació en Barcelona el 8 de enero de 1933 con el nombre de Juan Faneca Roca, pero tras la muerte de su madre en el parto, fue adoptado por un matrimonio y le cambiaron los apellidos, pasando a llamarse Juan Marsé Carbó. De joven se dedicó al oficio de joyero. En 1959 obtuvo el premio Sésamo por su relato Nada para morir y dos años más tarde publicó Encerrados con un solo juguete, su primera novela. En 2008 recibió el Premio Cervantes, acto reconocido por muchos como reconocimiento a su generación. Sus obras se sitúan en Barcelona, la mayoría en el bario del Guinardó, donde pasó su infancia en la posguerra. Por eso su temática suele ser siempre la misma, aunque tratada desde puntos de vistas diferentes, como veremos en la novela que vamos a comentar hoy: Rabos de lagartija.

Rabos de lagartija (Areté, 2000), Premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica en 2001, además de una novela ambientada en la Barcelona de la posguerra con la temática del bien y el mal, el amor y el desamor, la verdad y la mentira como ejes principales, es una búsqueda de una nueva voz narrativa, una obra experimental que, a pesar de ello, se deja leer con mucha facilidad porque hay acción en cada página. La voz narrativa se sitúa dentro del útero de Rosa Bartra, una mujer pelirroja que fue maestra de escuela durante la Segunda República y a la que le gusta beber café con dos terrones de azúcar y fumar mucho tabaco rubio aun estando embarazada. Víctor Bartra, que será el hijo de la pelirroja, aún no ha nacido cuando cuenta la historia, y además de no haber nacido, tiene la capacidad de comunicarse con su hermano David, un “invertido”, como dicen los policías, es decir, un joven homosexual que tiene por costumbre vestirse de niña y acompañar a su amigo Paulino en el cine y en la caza de lagartijas, y que tiene siempre un pitido en los oídos que le hace hablar solo. David trabaja con el retratista Marimón en su casa y se comunica con su padre y con el teniente O’Flynn, un hombre que habita en un póster de su habitación.

El centro de la historia, ambientada en 1945, es la relación de Rosa Bartra con el inspector Galván, un policía que viene a interrogarla para descubrir el paradero desconocido del señor Bartra, que escapó tras la guerra. Mientras tanto, David y Paulino también viven una relación paralela, aunque a David lo preocupa más el hecho de que un policía intente ligar con su madre. Su perro Chispa es otro elemento importante de la historia: un perro enfermo y ciego que está agonizando pero al que David no quiere sacrificar.

Es una obra, como vemos, muy experimental, pero escrita de tal manera que la experimentación no supone en ningún momento una dificultad en la lectura, más aún, ayuda a comprender muchas cosas. Una novela merecedora de los dos premios que recibió y de una buena lectura.