Horace Walpole (1717-1797) nació en Londres, hijo del primer ministro Robert Walpole. Después de un largo viaje por Europa junto a su amigo el poeta Thomas Gray —viaje que marcó el final de su relación—, regresó a Inglaterra e ingresó en el Parlamento en 1741. Fue un político poco ambicioso y un arquitecto innovador.
Su novela más famosa, por la cual se le premia el haber creado un nuevo estilo, es El castillo de Otranto (Alianza editorial, Biblioteca de fantasía y terror, 2004). La primera edición de esta obra, publicada en 1764, hace referencia a una traducción de una obra encontrada, sin la firma de Walpole. Ya en la segunda se reconoce a Horace Walpole como su autor.
El castillo de Otranto cuenta una relación de sucesos dentro de dicho castillo en la familia de Manfred, el entonces príncipe de Otranto, a partir de la muerte de su único hijo Conrad. La historia familiar, con sus tragedias y sus ansias de poder, se mezcla con un mundo de espíritus, fantasioso, y de lúgubres mazmorras, además de algunos tintes surrealistas.
La novela está ambientada en la Italia de la Alta Edad Media y es precursora de la llamada «novela gótica», la novela de terror gótico. Está ambientada en una época distinta a la época gótica, por lo que llamar gótico a las obras de terror romántico es un error. Fue escrita de un tirón a raíz de una pesadilla del autor, y quizás por eso es tan breve y está cargada de acción. A Walpole no le interesa fijarse en mínimos detalles, sino en describir una historia plagada de acontecimientos muy seguidos. Para haber sido escrita, como dice la solapa, «de un tirón», la prosa está muy bien cuidada, los diálogos parecen de novelas de caballerías —Sir Walter Scott escribió sobre la similitud entre esta novela y los libros de caballerías—, y el escenario es el que luego se convirtió en el clásico castillo de mazmorras oscuras, armaduras y cuadros cuya imagen se sale del lienzo. También goza de ser una de las primeras manifestaciones de lo que luego se denominó surrealismo en literatura: será recuperada en la época de las vanguardias.
Como opinión personal, he de añadir que es una obra de lectura muy fácil, muy entretenida y muy rápida, que es amena en cada página porque sólo hay acción, pero que la tensión mantenida a lo largo de la trama dificulta la sorpresa para las últimas páginas. No obstante, tampoco el final nos deja con la miel en los labios, si bien resulta más interesante el resto de la obra. También es posible que el terror en cuyas garras intenta introducir al lector sea muy leve: fue la primera novela de este estilo, inauguradora del género, y quizá más tarde, en otras obras posteriores, se haya abordado mucho mejor. Pero si se lee desde el punto de vista de lo novedoso, que es donde destaca el autor —al igual que en arquitectura—, es una lectura muy interesante que recomiendo a todo el mundo. Espero que os guste.
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