La novela de la escritora madrileña Almudena Grandes Los aires difíciles, ambientada en la costa gaditana, en concreto en la playa de Rota, cuenta la peculiar y sin embargo cotidiana historia de la vida familiar, por una parte, de Juan Olmedo —un médico cuyo pasado está trágicamente marcado por relaciones amorosas indebidas, un accidente mortal y un hermano con discapacidad mental— y, por otra, de Sara Gómez —una economista que ha sufrido el impacto de poseer una fortuna y verse repentinamente sin nada, obligada a vivir con gente completamente diferente tras cumplir cierta edad, perseguida por el recuerdo de un padre encarcelado—. Ambos han huido de su lugar natal, Madrid, y se han instalado en Rota para rehacer sus vidas, pero el pasado no se puede cambiar y tendrán que cargar con los recuerdos. No obstante, mantendrán una relación y compartirán grandes cosas en común.
Se trata de un libro extenso, de los más largos de la escritora, pero cargado de una sensibilidad como ningún otro, en especial, por lo que respecta a la relación entre las grandes preguntas que alguien se puede formular en la vida —¿por qué?— y los vientos del sur de España, los soplos calurosos del levante y la brisa fresca del poniente. Y además, cargado también con el estilo inconfundible de Almudena Grandes: esos períodos largos que forman monólogos internos en los que el personaje reflexiona sobre sus mayores inquietudes mientras intercala acontecimientos recientes; esas tan profundas descripciones de los sentimientos, la atracción hacia una persona, el erotismo al fin y al cabo, el deseo que un hombre puede sentir hacia una mujer, y viceversa, tan bien reflejado en este tipo de novelas; y por supuesto, esos saltos cronológicos en secuencias largas que cuentan una situación anterior de ciertos personajes, como cuando recuerda la infancia de Juan Olmedo o de Sara Gómez, así como los acontecimientos que vivieron mientras su vida iba transcurriendo.
Ha sido, en definitiva, una agradable lectura. Setecientas páginas, casi ochocientas, que se fueron en un abrir y cerrar de ojos, en una semana de intensas ansias por volver a sentarme a leer. Una experiencia inolvidable. Sin embargo, no ha sido, como opinión personal, la mejor lectura de Almudena Grandes —hasta la fecha me faltan sólo dos de sus libros por leer y sigo con la convicción de que El corazón helado es el mejor—, porque trata un tema muy cotidiano, el día a día de la convivencia y el trabajo, un tema tan frecuente dentro del tono de la escritora, pero sí me ha llamado mucho la atención por la descripción del ambiente sureño de España, la forma de mirar al mar, la forma de andar por la playa mientras el viento nos despeina y agita nuestras ropas. Todo eso ha hecho de esta novela una experiencia que creo que nunca podré olvidar.
Espero que la lean y, después de ello, opinen. Como todo lo de Almudena Grandes, perfectamente recomendable, a juicio personal. Recuerden: Los aires difíciles, «porque el levante se lo lleva todo».