Deja el papel en su lugar y la confusión crece al ver lo que expresaba su hermana en aquel escrito, se daba cuenta que en realidad no llego a conocerla, que nunca supo quien era en realidad. Toma otro papel con indecisión y vuelve a leer.
Otra vez me privan de ser joven;
como envidio a las aves que pasan
volando por mi ventana, como quisiera
convertirme en viento y huir lejos de
los seres que me aman.
Cada vez todo resultaba inquietante y mortificador, ¿quien había sido en realidad Candy? Si lo tenía todo, ¿como podía haber escrito aquello? Cindi se sintió confundida ante la situación. Se coloca ante la computadora, activándola. Teclea, se interna en Internet, en las paginas de favoritos aplica una cortina que presentaba el titulo con letras grandes y claras: “ALMAS SUPERIORES” con figuras de ángeles. Se trataba de un mensaje enviado de esa organización espiritual…
“El día se acerca… sólo los elegidos nos salvaremos.”
El cerebro de Cindi se encontraba tan confuso que apaga la máquina y sale apresurada de la habitación percatándose de no ser vista. No dejaba de hacerse preguntas sobre la vida de su hermana.
– Candy, ¿Quién eras en realidad?
Baja las escaleras de prisa con las llaves en la mano, al final de la escalera, aparece Lupe con una carta en sus manos.
– Llego una carta, niña Cindi.
Cindi pasa de largo sin escucharla y sale de la casa a toda prisa.
Llega hasta ahí, Felipa. Dirigiéndose a su sobrina.
– ¿Qué sucede, Lupe?
– No se. La niña salió como alma que lleva el chamuco.
– ¡¿Qué manera de expresarse es esa?! –regaña la tía a la joven sobrina- Solo eso te enseña ese vago de tu noviecito.
– No empecemos tía. Yo solo quiero entregarle esto a alguien de la familia.
– A ver, préstame. ¿De qué se trata?
– Es una carta, pero no tiene remitente
La muestra a la anciana, la cual toma en sus manos asombrada al descubrir el destinatario.
– ¡Es para la niña Candy!
Autor: Martín Guevara Treviño
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