La adolescente mira a los ojos de su muñeca tristemente y así sale a paso lento de la cocina, mientras Felipa la observa retirarse.
– Ni modo Prisci, el destino hoy nos separa.
Se detiene al momento que escucha un ruido extraño proveniente del despacho que se encontraba a unos metros de la sala. Dirige su vista hacia el objetivo y logra ver que la puerta se encontraba de par en par.
En el interior del despacho estaba Cindi, mirando fijamente aquel enorme cuadro que yacía postrado en lo alto de la pared a espaldas del escritorio. En el se reflejaba la figura de una chica idéntica a ella, y en el fondo del cuadro se podía apreciar la sombra de la silueta en un tono gris.
No se podía explicar porque la existencia de ese cuadro donde solo aparecía una de las hijas gemelas, ¿a caso se trataba de ella?, o mas bien solamente de su hermana, Candy. ¿Por qué no las dos? En ese cuadro ella sentía ser únicamente la sombra del reflejo de su hermana muerta. Ahora ella pasaba a ser aquella imagen y su hermana solo seria la sombra, aquella sombra en la que vivió ella misma durante los peores tiempos de su vida.
Desviando la mirada, clava sus ojos en el llavero que pegaba en la pared con un solo juego de llaves… se dirige despacio hacia el, alzando la mano trata de tomar las llaves, pero al momento una voz la hace volver la vista…
Autor: Martín Guevara Treviño
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