La luz se hizo tras una ventana empañada, empañada del vaho que exhalé durante toda la noche y que ahora se extingue poco a poco mientras soy deslumbrado. La habitación queda una vez más iluminada, por completo, con ese foco amarillento que es el astro rey y que nos da la vida, el calor, la existencia. Puedo sentir, puedo tocar, puedo pensar, puedo escribir. He vivido un día más, me siento feliz.
“El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece”.
Jacinto Benavente